jueves, 4 de noviembre de 2021

Brujas, la ciudad encantada





Brujas
Siempre oí que Brujas era la ciudad más linda del mundo y por eso estuvo dentro de mi lista corta de lugares para visitar desde el principio. No me arrepiento. Si bien no me atrevería a catalogarla como la más linda del mundo, sin duda es una ciudad impactantemente linda y además con un encanto como de cuento que es lo que realmente enamora. La ciudad se encuentra a una hora en tren de Bruselas, la preciosa capital de Bélgica pero a pesar de la corta distancia, un mundo entero separa a estas dos ciudades. Brujas es la capital de la provincia de Flandes Occidental, una zona orgullosa de sentirse distinta en Bélgica y que incluso tiene su propio idioma, el flemish, una variación del holandés que se habla en esta región; aunque todo el mundo habla también francés y por supuesto inglés.
Su nombre no tiene su origen en el mito de que esta sería una ciudad embrujada sino que viene del término escandinavo "brigga" que significa "puerto". Fue gracias a esta condición de conexión marítima que la ciudad ganó mucha importancia durante el siglo XIV aunque fue rápidamente desplazada por su vecina, la ciudad de Antwerp que tenía una conexión más directa y rápida al mar. Asi fue como empezó a declinar en importancia en el siglo XV y llegó a ser la ciudad más pobre de Bélgica durante el siglo XVIII. Solo a partir del siglo XX y de la mano del turismo la ciudad fue resucitando y logrando hacia fines del siglo ser considerada patrimonio de la humanidad por la Unesco. En los últimos años, Brujas está recibiendo un promedio de 8 millones de turistas al año y es la ciudad más visitada de todo Bélgica. Aunque la mayoría de ellos va por el día, yo recomiendo pasar una noche ahí, el encanto  que toma la ciudad de noche es absolutamente transformador. De hecho, yo me quedé dos noches y no me arrepiento para nada. 


Plaza del Mercado Grote

Stadhuis -  Ayuntamiento

Por supuesto que esta pequeña ciudad es para aplanarla caminando o en bicicleta, olvídese del auto porque no se necesita y además muchas de sus calles los prohiben. Si no quiere hacer ejercicio está la posibilidad de recorrerla en carroza, que siempre tiene un atractivo especial pero prepare la billetera porque ese es un lujo que no todos pueden financiar. 
Brujas es una ciudad medieval y esto no solo queda claro en cada rincón de sus calles adoquinadas sino que queda en evidente manifiesto en sus dos plazas principales. La primera de ellas es la Plaza Burg, uno de los lugares más atractivos de la ciudad y con gran importancia histórica. Rodeada de emblemáticos y preciosos edificios, quizás el más destacado es el del ayuntamiento conocido como Stadhuis. Es el ayuntamiento más antiguo de todo Bélgica y data de 1376.  Construido en estilo gótico florido es un adorno majestuoso al lugar. 
Basílica de la Sangre Santa

Vale la pena visitar la sala gótica que tiene una bóveda policromadra absolutamente preciosa. En sus frescos se relata la relación del pueblo de Brujas con sus gobernantes.
En la plaza hay también un palacio barroco de 1662 conocido como la Probostía, pero lo que a mi más me gustó y me emocionó fue la pequeña Basílica de la Santa Sangre. Construida en el siglo XII con un estilo romántico y neogótico que realmente lo deja a uno mudo. En el piso superior guarda una importante reliquia, un trozo de tela que dice contener la sangre de Cristo. El lugar se puede visitar con mucha facilidad y con sorprendente baja afluencia de turistas, especialmente durante la mañana ya que la mayoría de los visitantes llegan a la ciudad a la hora de almuerzo.  La majestuosidad y belleza de este lugar invita a quedarse y disfrutarla por un buen rato, agradeciendo cada una de las cosas que a uno le permitieron llegar ahí. Es inevitable sentirse privilegiado al ser testigo de semejante maravilla.  
La invitación es después a disfrutar del movimiento de la plaza en alguna de las varias terrazas de los múltiples cafés que la rodean y probar un chocolate caliente tradicional belga o bien una rica cerveza helada. Todo dependiendo de la hora o de sus gustos. 
No puede ir a brujas y no probar los famosos waffles belgas. Lamentablemente yo no como azúcar lo que transformó este viaje en un absoluto desafío para mi fuerza de voluntad, pero mi marido lo disfruta por ambos con unas ganas que me hace feliz solo de mirarlo. El clásico es con chocolate pero puede comerlo como mejor le parezca mientras disfruta de la vista o camina vitrineando por la enorme cantidad de tiendas que hay en la ciudad. El gran flujo de turistas atraen al comercio en todas sus formas, desde pequeñas tiendas locales hasta enormes y elegantes tiendas internacionales. 

Plaza del Mercado Grote 

Campanario Belfot
A pocos pasos de la plaza Berg se encuentra la segunda y más importante plaza de la ciudad, la del Mercado Grote. Este es el corazón de Brujas y su movimiento constante asi lo demuestran. Mi recomendación es llegar temprano en la mañana para poder subir al campanario Belfot evitando las largas filas que se arman hacia medio día. Subiendo los 366 escalones podrá apreciar la mejor vista de la ciudad y sus alrededores. Además de su funcionalidad como torre de vigilancia, la torre representaba el poder y la independencia de la ciudad. El edificio empezó a construirse en el siglo XIII. Durante el ascenso a la torre podrá ver la campana de la Victoria, la cual solo suena moviendo sus más de 5.000 kg para la procesión de la Santa Sangre o cuando el equipo local gana la liga belga de futbol; algo que me temo sucede poco. Además de la preciosa y completa vista a toda la ciudad, podrá apreciar el carrillón que suena en las horas exactas siempre con una melodía diferente.  
Hay mucho más por ver en esta agitada plaza, partiendo por el mercado que se instala en las mañanas de los miércoles con ventas de frutas y verduras frescas ademas de muchos otros variados productos. El mercado data del siglo X, en donde ya este lugar era el centro de reunión de la ciudad.
Plaza del Mercado Grote
Aquí se fusionan turistas y locales dándole enorme movimiento a la plaza, especialmente por las mañanas. Son varias las calles que llegan a ella, dándole ese aire de epicentro que se siente al poner un pie aquí.  Al centro destaca el monumento a Pieter de Coninck y Jan Breydel, dos héroes locales que lucharon por la independencia de Brujas contra los franceses en el año 1302. En el lado noroeste de la plaza destacan las Casas Gremiales, un colorido grupo de edificaciones muy características de la ciudad y que hoy albergan cafés y restaurantes principalmente turísticos.  Al lado de estas casas se encuentra el edificio del consejo provincial, una edificación majestuosa de estilo neogótico y construida en 1887. Antiguamente fue residencia del gobernador de la provincia pero ahora es sede del juzgado provincial de Flandes Occidental.
En mi opinión, la mejor vista de la plaza, su movimiento y su belleza arquitectónica, se obtiene desde la terraza del Museo Historium. El museo, que cuenta la historia de brujas con personajes ficticios y atractivos para niños, no me resultó muy interesante pero tiene un café con una terraza en el segundo piso que ofrece una vista espectacular a la plaza.  Se puede entrar solo a sacar fotos o disfrutar de la vista.

Casas gremiales

Como en toda pequeña ciudad la gran gracia de Brujas está en recorrerla con algo de azar, perderse en sus calles, dejarse llevar por el instinto y disfrutar de los encantos locales. En el caso de Brujas, siendo una ciudad belga obviamente sus principales encantos culinarios pasan por el chocolate (y todos sus variados usos) y la cerveza. La ciudad está repleta de lugares para poder disfrutar de las gracias culinarias locales y créame que se le hará imposible resistirse porque hasta el último rincón de Brujas tiene olor a chocolate. Todas las calles que rodean a la plaza del mercado ofrecen un encanto especial. Primero por su arquitectura mantenida en perfectas condiciones, segundo por su comercio, muy ligado al chocolate y la cerveza pero también al comercio local y la moda. Brujas tiene un barrio de tiendas bastante elegantes y con buen movimiento. Por ultimo, los adoquines de la ciudad y los pocos autos que dejan casi todo el espacio a las bicicletas y los carruajes tirados a caballo son la guinda de la torta para trasladarlo varias centenas de años en el tiempo. Por algo el centro histórico de Brujas fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco el año 2000



En cualquier dirección que avance, difícilmente logrará llegar a las tres cuadras sin cruzarse con algún canal. Sí, Brujas también es conocida como la Venecia del Norte, al igual que Amsterdam, Estocolmo y Copenhague entre otras. Los canales de Brujas no solo son la evidencia viviente de el importante rol que tuvo la ciudad en el comercio europeo durante la edad media sino que también son un protagonista innegable en este pequeño rincón belga. Recorrer los canales en bote es un panorama absolutamente imperdible, no solo porque entrega una perspectiva distinta al visitante sino que además desde los canales se pueden visitar lugares solo accesibles en bote; pequeños escondites con aires medievales que se retratan de maravillosa manera en las fotos y en los recuerdos. Si bien hay varios lugares en donde tomar estos tours en bote, el más popular es en el muelle del Rosario, a una cuadra de la Plaza del mercado. Temprano en la mañana se evitan las filas, aunque no hay que desesperarse, hay muchísimos botes y las filas avanzan bastante rápido. Disfrute de las historias y relatos del botero, siempre son un gran aporte al paseo, pero sobretodo disfrute de la vista inigualable de esta encantadora ciudad. 
Canales de Brujas


El paseo en bote los llevará a el famoso Lago del Amor (Lago Minnewater) al que recomiendo volver a pie y recorrer con calma. Desde el agua se disfruta sin duda de sus preciosas vistas, los cisnes que lo habitan y una calma que se mete por cada inspiración hasta ahogar al visitante en este ambiente de paz, belleza y romanticismo. El origen del lago (en realidad es una pequeña laguna) se remonta al siglo XIII cuando se construyó con en fin de canalizar las aguas del rio Reie. El parque que lo rodea está lleno de lindas sorpresas para visitar. El pequeño Castillo de Falle con su estilo gótico y su ubicación privilegiada domina toda la escena pero son a mi gusto los pequeños puentes los que llevan todo el romanticismo y la magia de la zona a una posición sublime. Destaca el puente Sahuis, lejos el más fotogénico del lugar. Vale demasiado la pena caminar hasta el parque Begijnhuise donde está la famosa beatería de Brujas. Aquí se congregaron monjas a las que se le sumaron viudas y huérfanas de las cruzadas que consagraron su vida a rezar, trabajar la lana y cuidar enfermos. Su importancia y posición social fueron cambiando con el tiempo. Hay un lindo museo para visitar y su capilla vale mucho la pena conocer.
Castillo de Falle

La Iglesia de nuestra señora es otro de los lugares icónicos de la ciudad. Con 115 metros de altura su torre de ladrillos no solo es la más alta de la ciudad sino que es la segunda más alta de Europa. En su interior se puede ver la preciosa Madonna de Brujas, obra hecha por el mismísimo Miguel Angel. La iglesia no solo impacta por dentro sino que su figura domina gran parte del escenario de la ciudad, especialmente si se pasea en bote a su alrededor en donde varios puentes adornan las fotos y nuevamente es la quietud la protagonista de la escena. La iglesia data del siglo XIII y las tumbas de Carlos el Temerario, duque de Borgoña y su hija la duquesa María de Borgoña están dentro de la iglesia.
Otro importante lugar para visitar, a una pocas cuadras pero atravesando el entretenido centro histórico de Brujas, es la Plaza Jan Van Eyck, pintor belga cuya estatua domina el escenario. En frente a ella nace el canal Spiegelrei desde donde salían los barcos que llevaban al mar las mercancías belgas y de todos los países bajos. Esta zona era el centro financiero y burgés, aquí estaba la aduana y los edificios que rodean la plaza son el encuadre perfecto para las fotos más bonitas de la ciudad. 


A pesar de los miles de turistas que llegan a Brujas, muchos de los lugares más visitados se van vaciando en la medida que avanza el día, por eso recomiendo mucho pasar al menos una noche en la ciudad. La oscuridad le da un tono lúgubre y romántico que la eleva a un nivel de belleza simplemente sublime. La escasa pero perfecta iluminación realza cada uno de los lugares icónicos y también de los rincones más preciosos. Hubo un lugar que cautivó al lente de mi cámara en todos los horarios del día, un pequeño restaurante en un rincón de un callejón. El lugar está bastante escondido pero por suerte yo lo tenía marcado como los mejores lugares para comer en Brujas y vaya que lo fue. Se trata del De Vlaamsche Pot, la Olla flamenca (https://www.devlaamschepot.be/). Un delicioso restaurant de comida típica flamenca, instalado  en una antigua casona de la zona y adorablemente decorado en sus varios rincones interiores. La comida no es solo brutalmente abundante sino que además es absolutamente exquisita. Atravesar su puerta es entrar en un libro de cuentos en donde dan ganas de verlo, tocarlo y probarlo todo. Se recomienda hacer reserva porque este inolvidable lugar abre solo 5 días a la semana (lunes y martes cerrado) por lo que la demanda por comer aquí siempre es enorme. 

 
De Vlaamsche Pot de día y de noche, siempre precioso

Desayuno en el Hotel Van Cleef
En general no recomiendo alojamientos porque este es un tema tan personal , sensible al presupuesto y gustos de cada viajero que prefiero obviarlo. Sin embargo, toda norma tiene su excepción y el hotel que nos alojó en Brujas merece a todas luces ser la excepción en esta materia. Me di muchas vueltas buscando algo que no fuera tan caro pero que estuviera a la altura de la ocasión y del lugar. Un hotel que tuviera buena ubicación pero que fuera especialmente romántico y bien atendido. Aunque la recomendación viene de cerca debo decir que no pude elegir mejor. El hotel Van Cleef  (https://www.hotelvancleef.be) nos entregó una de las mejores experiencias hoteleras de nuestras vidas. Atendido literalmente por sus dueños, una pareja de belgas y su hijo, quienes están pendientes de cada detalle a cada momento. Su atmósfera ultra elegante pero muy intima hacen que uno se sienta como parte de la realeza de tiempos que ya no existen.
Hotel Van Cleef


El hotel es absolutamente precioso, por fuera y por dentro, con una decoración maravillosa tanto en los espacios comunes como en las piezas en donde desde los amenieties hasta la ropa de cama es de una elegancia a otro nivel. El desayuno se puede tomar en su terraza que da a uno de los canales principales de la ciudad y es una verdadera fiesta de manjares. No tengo ninguna duda que de volver a Brujas, lo haría a este precioso hotel. 

Cuesta irse de Brujas, cuesta volver a la realidad y dejar atrás este mágico lugar. Cuesta porque en la ciudad todo funciona en sintonía para que uno se sienta en un mundo mágico, precioso, en donde la belleza y la tranquilidad son los principales protagonistas. Las grandes ciudades pierden atractivo cuando uno se deja embaucar por la mágica belleza de la pequeña ciudad flamenca, en donde el tiempo y la vorágine no existen. Visitarla con calma creo que es mi último y más importante consejo porque solo asi uno podrá realmente empaparse de esta aura maravillosa con que la ciudad envuelve al visitante que se quiere dejar transportar a tiempos que ya no volverán. 

miércoles, 14 de julio de 2021

Estocolmo: ciudad teatral




Estocolmo, la capital de Suecia, es otra de las varias ciudades de el Báltico conocidas como "la Venecia del Norte". La ciudad sorprende a primera vista por su teatralidad, dada fundamentalmente por el contraste de tonos entre su colorida arquitectura en contraposición con su cielo habitualmente gris, con nubes escandalosamente apoteósicas y llamativas. La ciudad está conformada por 14 islas sobre el lago Malaren que se extiende hacia el Báltico en su extremo oriental. Sus múltiples bahías y canales son recorridas por una enorme y eficiente red de ferrys que sirven también a los turistas para darle una mirada distinta y más local a la ciudad. Con más de 700 años de historia la ciudad impacta por su preciosa arquitectura y como ésta se confabula con el clima para transformarla en un verdadero escenario teatral. El paisaje pareciera posar para las fotos que se dan de gran manera desde todos los ángulos. La escenografía es adictiva para quienes, como yo, disfrutan tomando fotos. Es imposible no detenerse cada pocos metros a retratar para la posteridad lo que los ojos tiene en frente. Con el agua como constante protagonista, las decenas de bahías de todos los tamaños ofrecen vistas que calman hasta el alma más inquieta.

 
Bahía Estocolmo.
Estocolmo es la ciudad más grande de Suecia y no llega al millón de habitantes. Es muy tranquila, pareciera no conocer el stress. Nunca se ve gente apurada, corriendo o irritable, realmente envidiable. Al poco llegar se hace inevitable enganchar con este ambiente sereno y pausado.
Uno de los grandes atractivos de Estocolmo son sus decenas de variados museos que están repartidos por toda la ciudad. Yo recomiendo alojarse cerca del parque Kungstradgarden que está bastante central a las islas con más atracciones. Si bien el transporte publico funciona muy bien, la verdad es que la ciudad es perfectamente caminable, lo que la hace aún mas adorable. 

Plaza Stotoget

Gamla Stan (ciudad vieja) es un conjunto de tres islas que concentran el centro histórico de la ciudad. Se le conoce también como "la ciudad entre los puentes" por los 6 puentes que las comunican entre si. Aquí se fundó Estocolmo en 1252 y sus calles aun adoquinadas han sido testigo silencioso del pasar de los siglos. En este pequeño lugar se concentran más de la mitad de los turistas que visitan la ciudad muchas veces por el día en cruceros que recorren el Báltico.
Riksdagshuset
La primera  de las tres islas es la más pequeña, sin embargo no por eso poco importante. Ahí se encuentra el Riksdagshuset, el parlamento sueco, y el Mediltidsmuseet, un museo medieval que yo no tuve oportunidad de conocer. El lugar ofrece además vistas preciosas de la ciudad, sus puentes y bahías. La panorámica es absolutamente notable.  Atravesando un pequeño puente se entra a la isla principal de Gamla Stan. El traslado en el tiempo es inmediato, porque uno se encuentra de frente con el muro lateral del Castillo Real conocido como Kungliga Slottet. La ciudad cambia en unos pocos pasos desde amplias avenidas con gran perspectiva a pequeñas calles angostas y empinadas, tapizadas de adoquines y repleta de pequeños detalles muy escandinavos.

Gamla Stan
Permítase recorrer la isla con calma y detalle, visitando sus principales atractivos. Probablemente el más conocido es el Palacio Real que está enfrentando la Bahia de la ciudad. Construido a finales del siglo XVII es hoy la residencia oficial del Rey Carlos XVI Gustavo, aunque su residencia privada es en el palacio de Drottningholm, a las afueras de la ciudad. Se puede ver el cambio de guardia a las 12:15 cada día; es una ceremonia bastante sencilla pero atractiva. También se puede visitar el museo de la armería que está dentro del palacio. Le recomiendo almorzar al aire libre, si el clima lo permite, para llenarse del aire limpio y fresco que derrocha la ciudad por montones. Hay que tener en cuenta que los mejores meses para visitar Suecia son los de verano, para esquivar el difícil clima de Escandinavia en donde el lago habitualmente se congela, el sol se vuelve esquivo y el clima es absolutamente gélido. Las calles de Gamla Stan esconden muchos secretos, como la escultura pública más pequeña del mundo, conocida como Jarnpojken (chico de hierro). Con solo 14 cm de altura es toda una celebridad en la ciudad y los turistas suelen dejar monedas o dulces que se supone aseguran fertilidad. A media cuadra se encuentra la Catedral de Estocolmo (Storkyrkan) cuyo exterior no presenta mayor atractivo pero su interior es sorprendente y majestuoso. 
Jarnpojken

A solo un par de cuadras de distancia se encontrará con la preciosa iglesia de Santa Gertrudis. Conocida como la iglesia alemana, por la dominación teutona durante la edad media, tiene un campanario que se asoma por todos los rincones de la isla. El museo más popular de esta zona es el del premio Nobel, en la famosa y colorida plaza de Stortoget, la más antigua de toda la ciudad. Regálese deambular y perderse por las calles y sus infinitos recovecos; los adoquines y la pendiente presentan un desafío que sugiero afrontar con zapatos bajos. Hay muchos restaurantes con comida local y muy amablemente atendidos que vale la pena probar.


Iglesia de Santa Gertrudis
Conocer los pequeños negocios de comercio local, con toda clase de productos fabricados en Suecia es otro de los placeres que ofrece la ciudad. Disfrutar de un café admirando la vista o bien una cerveza helada que no necesita jamás una excusa. Si tiene suerte de que le toque buen clima verá como los suecos aprovechan estos días al máximo, repletando las terrazas de sus restaurantes y cafés. No se confíe, el clima es bastante cambiante y una mañana completamente despejada puede dar a una tarde tormentosa, con fuerte viento y nubes dramáticas que hacen de las fotos un espectáculo. 
Marten Trozigs Grand


Otro de los lugares turísticos icónicos de este lugar de la ciudad es Marten Trotzigs Grand, un pequeño callejón que es conocido por ser la calle más angosta y empinada de Estocolmo. Normalmente está llena de turistas durante la mañana ya que la mayoría de ellos viene por el día. Ya después de almuerzo la afluencia de visitantes baja notoriamente y se puede recorrer todo con mucho más calma.

Como estas son islas, es imprescindible dar toda la vuelta a su contorno ya que la vista a la ciudad es muy variada y cambiante dependiendo desde que ángulo se esté ubicado. Con sus infinitas bahías, cada rincón pareciera una ciudad distinta y ofrece postales únicas para disfrutar de una ciudad que vive a un ritmo totalmente distinto al del resto de las capitales de Europa. A ratos pareciera que los suecos no están muy acostumbrados a los turistas, se ven algo tímidos, pero siempre muy amables. 
Gamla Stan

Iglesia Riddarholmen 
Gamlan Stan de noche
La tercera isla de Gamla Stan es la menos visitada de las tres, se trata de Riddarholmen. Yo recomiendo  dedicarle unos minutos por tres razones. La primera es precisamente esa; el que sea la isla menos visitada por los turistas le da un encanto enorme, se puede pasear con calma, hacer fotos con tiempo y tranquilidad y disfrutar del escenario sin la invasión de cientos de personas. La segunda es la preciosa iglesia de Riddarholmen, que es donde descansan los restos de la monarquía Sueca, una preciosura. La tercera razón es llegar al otro extremo de la isla, disfrutar de la "parte trasera" de Estocolmo, la inmensidad de su lago y de la vista al célebre edificio de la municipalidad que alberga cada año la cena anual de los premios Nobel. Después de esto puede ser recomendable volver al hotel por un descanso antes de salir a comer, pero no se pierda la posibilidad de volver a recorrer Gamla Stan de noche, porque todo toma un tono lúgubre, casi medieval y misterioso. 

Bahía Ostermalm 

Museo Vasa
Dejamos atrás el casco antiguo de la ciudad para adentrarnos en Djurgarden, otra de las islas de la ciudad que alberga el que en mi opinión es el mejor museo de Estocolmo y uno de los más atractivos del mundo. Se trata del museo Vasa que es hogar de un antiguo barco de guerra sueco que se hundió en 1628 en su viaje inaugural. El naufragio fue ahí mismo, frente al museo, en la bahía principal de Estocolmo. Se le conoce como el Titanic sueco ya que su viaje inaugural fue largamente esperado y su final tan repentino como trágico. Se cree que alrededor de 50 de los 150 tripulantes murieron ahogados. Lo increíble del Vasa sin embargo no está en su naufragio, sino en el hecho de que estuvo hundido en la bahía durante 333 años.

Vasa
A principios de la década del 50 Anders Franzen, un investigador sueco, se propuso encontrar y reflotar el Vasa sabiendo que en las aguas del Báltico, por su temperatura y la ausencia de un molusco que pudre la madera, este podría encontrarse en buen estado. El 4 de Mayo de 1961 fue reflotado y durante mucho tiempo se trabajó arduamente en su reconstrucción. Hoy el Vasa está expuesto en este fantástico museo que ofrece la oportunidad única en el mundo de ver un barco original del siglo XVII. El Vasa esta completamente reconstruido y un 95% de su estructura es absolutamente original. Esto incluye mas de 14 mil piezas de madera recuperadas desde el fondo del lago, algunas de las cuales son esculturas, herramientas y utensilios de la época. El museo tiene 4 pisos alrededor del barco y varias salas que cuentan esta impresionante historia. No existen las palabras para describir lo que se siente al pararse a los pies de este magnifico logro de la perseverancia y el cumplimiento de los sueños. Tenga en cuenta que el museo esta hecho para conservar al Vasa en buen estado por lo tanto es algo frío, vaya abrigado. No deje de pasar por la tienda de regalos que es magnifica. 

Museo Vasa

Confieso que nuestro nivel de fascinación con este museo fue tan grande que después de recorrer la isla volvimos a encontrarnos con el Vasa por una segunda vez. Es que realmente vale la pena dedicarle tiempo y conocer su historia, muy bien contada por el museo de punta a cabo. 
La isla tiene mucho más por ofrecer. Probablemente lo más popular es el museo de Abba, al cual no entré por un tema de tiempo pero su música me hizo bailar desde afuera. Hay un museo de la cerveza y también fabulosas vistas a la ciudad y a Ostermalm, uno de sus barrios mas coloridos y entretenidos de Estocolmo. 

En esta parte de la ciudad está también el Skansen, un enorme museo de historia al aire libre que tiene un zoológico y muchas atracciones. En la isla hay varios para elegir, desde el museo vikingo, pasando por el museo del vino, el de biología, otro de arte entre varios más. Si su interés principal está en los museos, le recomiendo este articulo que habla de los 10 más visitados en la ciudad:  https://www.sweetsweden.com/turismo-y-viajes-a-suecia/estos-son-los-10-museos-mas-visitados-en-estocolmo/ 
Después de mi locura con el Vasa recorrí los jardines y parques de la isla, vale demasiado la pena darse vueltas sin rumbo por sus varios senderos que ofrecen una vista cambiante a los distintos rincones de Estocolmo.
Albondigas suecas

Bien de suerte llegamos a un precioso y pequeño cementerio del que no pude averiguar mucho pero valió la pena conocerlo. Si por algún motivo usted viene por el día a Estocolmo, aquí, en la isla Djugarden pasaría yo la mitad del tiempo. Solo con el Museo Vasa se paga la visita a toda la ciudad. En la isla hay varios restaurantes con preciosas panorámicas a la bahía principal de la ciudad o por la parte trasera al precioso barrio de Ostermalm, conocido por su elegancia, vida cultural y nocturna además de sus tiendas lujosas y variadas. Vale mucho la pena un paseo por este barrio y conocer el museo de historia sueco que ofrece una gran colección de armas vikingas. Cerca de la plaza Stureplan hay una buena variedad de lugares para comer. Mi restaurant preferido es el Bakfickan (https://www.operakallaren.se/en/restaurants/bakfickan) un encantador y pequeño bar restaurant que además de ofrecer las clásicas albondigas suecas (todos los restaurantes, desde los más elegantes a los mas sencillos las tienen), tiene otros deliciosos platos de comida típica sueca y un ambiente relajado, entretenido y muy local, volvería ahora mismo. 
Bakfickan


La tercera gran isla de la bahía es Skeppsholmen. Si bien todas estas islas están conectadas por ferrys caminarlas es lejos lo más atractivo, es un verdadero deleite para los ojos y el alma. Es aquí, en este tranquilo deambular que uno logra mezclarse con los locales, perderse en la ciudad y empaparse del calmo ambiente de Estocolmo. El principal atractivo de esta pequeña isla es el Museo Moderna, un pequeño museo de arte moderno y contemporáneo, con muy pocos visitantes y mucho espacio para recorrer con calma su atractiva colección. La isla tiene además un museo del juguete, algunos restaurantes y una pequeña isla apéndice con un castillo que ofrece una bonita e inolvidable postal de la ciudad.

Estocolmo 

Mis amigos del ferry frente a su villa en las afueras de Estocolmo
El Museo Fotografiska, de fama mundial, está algo alejado del centro pero de todas maneras se puede llegar caminando a disfrutar de su colección fotográfica y su atractivo edificio de ladrillos que alguna vez perteneció a aduanas. La caminata es de aproximadamente una hora, atravesando Gamla Stan y empinándose por los cerros del precioso barrio de Katarina Sofia. Sin lugar a dudas la caminata es lo que más vale la pena, al final no entramos al museo porque el día estaba dramáticamente precioso y el barrio se veía tanto más seductor. Preferimos perdernos en las alturas de Estocolmo, en donde simplemente no se ve ni un solo turista y se conoce la vida de barrio, los pequeños negocios comerciales, las plazas llenas de niños y el ajetreo propio de un barrio residencial. 
No puedo terminar sin decir que no se puede dejar Estocolmo sin haberlo vivido desde el agua, esta es una ciudad marítima, el agua la rodea por todos lados y los barcos son parte esencial de su historia pasada y presente. Tome cualquier ferry, todos vuelven al puerto, quizás tiene la suerte que tuve yo de conocer a una encantadora pareja de suecos y que le cuente como es su vida en esta singular capital europea o como siendo jóvenes vieron desde una roca el reflotamiento del Vasa. Fue el broche de oro para tres días inolvidables en una ciudad que enamora por su simpleza, tranquilidad y sobretodo por su majestuosa arquitectura en perfecta combinación con el clima y la geografía. Definitivamente es la pausa perfecta para el habitual viajero ajetreado que va con la agenda llena de panoramas y de check list. En Estocolmo todo invita a la pausa, a un ritmo relajado, a disfrutar de albondigas suecas en cualquier lugar y cualquier hora. Una vuelta a los sencillo y cotidiano. 


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