miércoles, 14 de julio de 2021

Estocolmo: ciudad teatral




Estocolmo, la capital de Suecia, es otra de las varias ciudades de el Báltico conocidas como "la Venecia del Norte". La ciudad sorprende a primera vista por su teatralidad, dada fundamentalmente por el contraste de tonos entre su colorida arquitectura en contraposición con su cielo habitualmente gris, con nubes escandalosamente apoteósicas y llamativas. La ciudad está conformada por 14 islas sobre el lago Malaren que se extiende hacia el Báltico en su extremo oriental. Sus múltiples bahías y canales son recorridas por una enorme y eficiente red de ferrys que sirven también a los turistas para darle una mirada distinta y más local a la ciudad. Con más de 700 años de historia la ciudad impacta por su preciosa arquitectura y como ésta se confabula con el clima para transformarla en un verdadero escenario teatral. El paisaje pareciera posar para las fotos que se dan de gran manera desde todos los ángulos. La escenografía es adictiva para quienes, como yo, disfrutan tomando fotos. Es imposible no detenerse cada pocos metros a retratar para la posteridad lo que los ojos tiene en frente. Con el agua como constante protagonista, las decenas de bahías de todos los tamaños ofrecen vistas que calman hasta el alma más inquieta.

 
Bahía Estocolmo.
Estocolmo es la ciudad más grande de Suecia y no llega al millón de habitantes. Es muy tranquila, pareciera no conocer el stress. Nunca se ve gente apurada, corriendo o irritable, realmente envidiable. Al poco llegar se hace inevitable enganchar con este ambiente sereno y pausado.
Uno de los grandes atractivos de Estocolmo son sus decenas de variados museos que están repartidos por toda la ciudad. Yo recomiendo alojarse cerca del parque Kungstradgarden que está bastante central a las islas con más atracciones. Si bien el transporte publico funciona muy bien, la verdad es que la ciudad es perfectamente caminable, lo que la hace aún mas adorable. 

Plaza Stotoget

Gamla Stan (ciudad vieja) es un conjunto de tres islas que concentran el centro histórico de la ciudad. Se le conoce también como "la ciudad entre los puentes" por los 6 puentes que las comunican entre si. Aquí se fundó Estocolmo en 1252 y sus calles aun adoquinadas han sido testigo silencioso del pasar de los siglos. En este pequeño lugar se concentran más de la mitad de los turistas que visitan la ciudad muchas veces por el día en cruceros que recorren el Báltico.
Riksdagshuset
La primera  de las tres islas es la más pequeña, sin embargo no por eso poco importante. Ahí se encuentra el Riksdagshuset, el parlamento sueco, y el Mediltidsmuseet, un museo medieval que yo no tuve oportunidad de conocer. El lugar ofrece además vistas preciosas de la ciudad, sus puentes y bahías. La panorámica es absolutamente notable.  Atravesando un pequeño puente se entra a la isla principal de Gamla Stan. El traslado en el tiempo es inmediato, porque uno se encuentra de frente con el muro lateral del Castillo Real conocido como Kungliga Slottet. La ciudad cambia en unos pocos pasos desde amplias avenidas con gran perspectiva a pequeñas calles angostas y empinadas, tapizadas de adoquines y repleta de pequeños detalles muy escandinavos.

Gamla Stan
Permítase recorrer la isla con calma y detalle, visitando sus principales atractivos. Probablemente el más conocido es el Palacio Real que está enfrentando la Bahia de la ciudad. Construido a finales del siglo XVII es hoy la residencia oficial del Rey Carlos XVI Gustavo, aunque su residencia privada es en el palacio de Drottningholm, a las afueras de la ciudad. Se puede ver el cambio de guardia a las 12:15 cada día; es una ceremonia bastante sencilla pero atractiva. También se puede visitar el museo de la armería que está dentro del palacio. Le recomiendo almorzar al aire libre, si el clima lo permite, para llenarse del aire limpio y fresco que derrocha la ciudad por montones. Hay que tener en cuenta que los mejores meses para visitar Suecia son los de verano, para esquivar el difícil clima de Escandinavia en donde el lago habitualmente se congela, el sol se vuelve esquivo y el clima es absolutamente gélido. Las calles de Gamla Stan esconden muchos secretos, como la escultura pública más pequeña del mundo, conocida como Jarnpojken (chico de hierro). Con solo 14 cm de altura es toda una celebridad en la ciudad y los turistas suelen dejar monedas o dulces que se supone aseguran fertilidad. A media cuadra se encuentra la Catedral de Estocolmo (Storkyrkan) cuyo exterior no presenta mayor atractivo pero su interior es sorprendente y majestuoso. 
Jarnpojken

A solo un par de cuadras de distancia se encontrará con la preciosa iglesia de Santa Gertrudis. Conocida como la iglesia alemana, por la dominación teutona durante la edad media, tiene un campanario que se asoma por todos los rincones de la isla. El museo más popular de esta zona es el del premio Nobel, en la famosa y colorida plaza de Stortoget, la más antigua de toda la ciudad. Regálese deambular y perderse por las calles y sus infinitos recovecos; los adoquines y la pendiente presentan un desafío que sugiero afrontar con zapatos bajos. Hay muchos restaurantes con comida local y muy amablemente atendidos que vale la pena probar.


Iglesia de Santa Gertrudis
Conocer los pequeños negocios de comercio local, con toda clase de productos fabricados en Suecia es otro de los placeres que ofrece la ciudad. Disfrutar de un café admirando la vista o bien una cerveza helada que no necesita jamás una excusa. Si tiene suerte de que le toque buen clima verá como los suecos aprovechan estos días al máximo, repletando las terrazas de sus restaurantes y cafés. No se confíe, el clima es bastante cambiante y una mañana completamente despejada puede dar a una tarde tormentosa, con fuerte viento y nubes dramáticas que hacen de las fotos un espectáculo. 
Marten Trozigs Grand


Otro de los lugares turísticos icónicos de este lugar de la ciudad es Marten Trotzigs Grand, un pequeño callejón que es conocido por ser la calle más angosta y empinada de Estocolmo. Normalmente está llena de turistas durante la mañana ya que la mayoría de ellos viene por el día. Ya después de almuerzo la afluencia de visitantes baja notoriamente y se puede recorrer todo con mucho más calma.

Como estas son islas, es imprescindible dar toda la vuelta a su contorno ya que la vista a la ciudad es muy variada y cambiante dependiendo desde que ángulo se esté ubicado. Con sus infinitas bahías, cada rincón pareciera una ciudad distinta y ofrece postales únicas para disfrutar de una ciudad que vive a un ritmo totalmente distinto al del resto de las capitales de Europa. A ratos pareciera que los suecos no están muy acostumbrados a los turistas, se ven algo tímidos, pero siempre muy amables. 
Gamla Stan

Iglesia Riddarholmen 
Gamlan Stan de noche
La tercera isla de Gamla Stan es la menos visitada de las tres, se trata de Riddarholmen. Yo recomiendo  dedicarle unos minutos por tres razones. La primera es precisamente esa; el que sea la isla menos visitada por los turistas le da un encanto enorme, se puede pasear con calma, hacer fotos con tiempo y tranquilidad y disfrutar del escenario sin la invasión de cientos de personas. La segunda es la preciosa iglesia de Riddarholmen, que es donde descansan los restos de la monarquía Sueca, una preciosura. La tercera razón es llegar al otro extremo de la isla, disfrutar de la "parte trasera" de Estocolmo, la inmensidad de su lago y de la vista al célebre edificio de la municipalidad que alberga cada año la cena anual de los premios Nobel. Después de esto puede ser recomendable volver al hotel por un descanso antes de salir a comer, pero no se pierda la posibilidad de volver a recorrer Gamla Stan de noche, porque todo toma un tono lúgubre, casi medieval y misterioso. 

Bahía Ostermalm 

Museo Vasa
Dejamos atrás el casco antiguo de la ciudad para adentrarnos en Djurgarden, otra de las islas de la ciudad que alberga el que en mi opinión es el mejor museo de Estocolmo y uno de los más atractivos del mundo. Se trata del museo Vasa que es hogar de un antiguo barco de guerra sueco que se hundió en 1628 en su viaje inaugural. El naufragio fue ahí mismo, frente al museo, en la bahía principal de Estocolmo. Se le conoce como el Titanic sueco ya que su viaje inaugural fue largamente esperado y su final tan repentino como trágico. Se cree que alrededor de 50 de los 150 tripulantes murieron ahogados. Lo increíble del Vasa sin embargo no está en su naufragio, sino en el hecho de que estuvo hundido en la bahía durante 333 años.

Vasa
A principios de la década del 50 Anders Franzen, un investigador sueco, se propuso encontrar y reflotar el Vasa sabiendo que en las aguas del Báltico, por su temperatura y la ausencia de un molusco que pudre la madera, este podría encontrarse en buen estado. El 4 de Mayo de 1961 fue reflotado y durante mucho tiempo se trabajó arduamente en su reconstrucción. Hoy el Vasa está expuesto en este fantástico museo que ofrece la oportunidad única en el mundo de ver un barco original del siglo XVII. El Vasa esta completamente reconstruido y un 95% de su estructura es absolutamente original. Esto incluye mas de 14 mil piezas de madera recuperadas desde el fondo del lago, algunas de las cuales son esculturas, herramientas y utensilios de la época. El museo tiene 4 pisos alrededor del barco y varias salas que cuentan esta impresionante historia. No existen las palabras para describir lo que se siente al pararse a los pies de este magnifico logro de la perseverancia y el cumplimiento de los sueños. Tenga en cuenta que el museo esta hecho para conservar al Vasa en buen estado por lo tanto es algo frío, vaya abrigado. No deje de pasar por la tienda de regalos que es magnifica. 

Museo Vasa

Confieso que nuestro nivel de fascinación con este museo fue tan grande que después de recorrer la isla volvimos a encontrarnos con el Vasa por una segunda vez. Es que realmente vale la pena dedicarle tiempo y conocer su historia, muy bien contada por el museo de punta a cabo. 
La isla tiene mucho más por ofrecer. Probablemente lo más popular es el museo de Abba, al cual no entré por un tema de tiempo pero su música me hizo bailar desde afuera. Hay un museo de la cerveza y también fabulosas vistas a la ciudad y a Ostermalm, uno de sus barrios mas coloridos y entretenidos de Estocolmo. 

En esta parte de la ciudad está también el Skansen, un enorme museo de historia al aire libre que tiene un zoológico y muchas atracciones. En la isla hay varios para elegir, desde el museo vikingo, pasando por el museo del vino, el de biología, otro de arte entre varios más. Si su interés principal está en los museos, le recomiendo este articulo que habla de los 10 más visitados en la ciudad:  https://www.sweetsweden.com/turismo-y-viajes-a-suecia/estos-son-los-10-museos-mas-visitados-en-estocolmo/ 
Después de mi locura con el Vasa recorrí los jardines y parques de la isla, vale demasiado la pena darse vueltas sin rumbo por sus varios senderos que ofrecen una vista cambiante a los distintos rincones de Estocolmo.
Albondigas suecas

Bien de suerte llegamos a un precioso y pequeño cementerio del que no pude averiguar mucho pero valió la pena conocerlo. Si por algún motivo usted viene por el día a Estocolmo, aquí, en la isla Djugarden pasaría yo la mitad del tiempo. Solo con el Museo Vasa se paga la visita a toda la ciudad. En la isla hay varios restaurantes con preciosas panorámicas a la bahía principal de la ciudad o por la parte trasera al precioso barrio de Ostermalm, conocido por su elegancia, vida cultural y nocturna además de sus tiendas lujosas y variadas. Vale mucho la pena un paseo por este barrio y conocer el museo de historia sueco que ofrece una gran colección de armas vikingas. Cerca de la plaza Stureplan hay una buena variedad de lugares para comer. Mi restaurant preferido es el Bakfickan (https://www.operakallaren.se/en/restaurants/bakfickan) un encantador y pequeño bar restaurant que además de ofrecer las clásicas albondigas suecas (todos los restaurantes, desde los más elegantes a los mas sencillos las tienen), tiene otros deliciosos platos de comida típica sueca y un ambiente relajado, entretenido y muy local, volvería ahora mismo. 
Bakfickan


La tercera gran isla de la bahía es Skeppsholmen. Si bien todas estas islas están conectadas por ferrys caminarlas es lejos lo más atractivo, es un verdadero deleite para los ojos y el alma. Es aquí, en este tranquilo deambular que uno logra mezclarse con los locales, perderse en la ciudad y empaparse del calmo ambiente de Estocolmo. El principal atractivo de esta pequeña isla es el Museo Moderna, un pequeño museo de arte moderno y contemporáneo, con muy pocos visitantes y mucho espacio para recorrer con calma su atractiva colección. La isla tiene además un museo del juguete, algunos restaurantes y una pequeña isla apéndice con un castillo que ofrece una bonita e inolvidable postal de la ciudad.

Estocolmo 

Mis amigos del ferry frente a su villa en las afueras de Estocolmo
El Museo Fotografiska, de fama mundial, está algo alejado del centro pero de todas maneras se puede llegar caminando a disfrutar de su colección fotográfica y su atractivo edificio de ladrillos que alguna vez perteneció a aduanas. La caminata es de aproximadamente una hora, atravesando Gamla Stan y empinándose por los cerros del precioso barrio de Katarina Sofia. Sin lugar a dudas la caminata es lo que más vale la pena, al final no entramos al museo porque el día estaba dramáticamente precioso y el barrio se veía tanto más seductor. Preferimos perdernos en las alturas de Estocolmo, en donde simplemente no se ve ni un solo turista y se conoce la vida de barrio, los pequeños negocios comerciales, las plazas llenas de niños y el ajetreo propio de un barrio residencial. 
No puedo terminar sin decir que no se puede dejar Estocolmo sin haberlo vivido desde el agua, esta es una ciudad marítima, el agua la rodea por todos lados y los barcos son parte esencial de su historia pasada y presente. Tome cualquier ferry, todos vuelven al puerto, quizás tiene la suerte que tuve yo de conocer a una encantadora pareja de suecos y que le cuente como es su vida en esta singular capital europea o como siendo jóvenes vieron desde una roca el reflotamiento del Vasa. Fue el broche de oro para tres días inolvidables en una ciudad que enamora por su simpleza, tranquilidad y sobretodo por su majestuosa arquitectura en perfecta combinación con el clima y la geografía. Definitivamente es la pausa perfecta para el habitual viajero ajetreado que va con la agenda llena de panoramas y de check list. En Estocolmo todo invita a la pausa, a un ritmo relajado, a disfrutar de albondigas suecas en cualquier lugar y cualquier hora. Una vuelta a los sencillo y cotidiano. 


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