jueves, 4 de noviembre de 2021

Brujas, la ciudad encantada





Brujas
Siempre oí que Brujas era la ciudad más linda del mundo y por eso estuvo dentro de mi lista corta de lugares para visitar desde el principio. No me arrepiento. Si bien no me atrevería a catalogarla como la más linda del mundo, sin duda es una ciudad impactantemente linda y además con un encanto como de cuento que es lo que realmente enamora. La ciudad se encuentra a una hora en tren de Bruselas, la preciosa capital de Bélgica pero a pesar de la corta distancia, un mundo entero separa a estas dos ciudades. Brujas es la capital de la provincia de Flandes Occidental, una zona orgullosa de sentirse distinta en Bélgica y que incluso tiene su propio idioma, el flemish, una variación del holandés que se habla en esta región; aunque todo el mundo habla también francés y por supuesto inglés.
Su nombre no tiene su origen en el mito de que esta sería una ciudad embrujada sino que viene del término escandinavo "brigga" que significa "puerto". Fue gracias a esta condición de conexión marítima que la ciudad ganó mucha importancia durante el siglo XIV aunque fue rápidamente desplazada por su vecina, la ciudad de Antwerp que tenía una conexión más directa y rápida al mar. Asi fue como empezó a declinar en importancia en el siglo XV y llegó a ser la ciudad más pobre de Bélgica durante el siglo XVIII. Solo a partir del siglo XX y de la mano del turismo la ciudad fue resucitando y logrando hacia fines del siglo ser considerada patrimonio de la humanidad por la Unesco. En los últimos años, Brujas está recibiendo un promedio de 8 millones de turistas al año y es la ciudad más visitada de todo Bélgica. Aunque la mayoría de ellos va por el día, yo recomiendo pasar una noche ahí, el encanto  que toma la ciudad de noche es absolutamente transformador. De hecho, yo me quedé dos noches y no me arrepiento para nada. 


Plaza del Mercado Grote

Stadhuis -  Ayuntamiento

Por supuesto que esta pequeña ciudad es para aplanarla caminando o en bicicleta, olvídese del auto porque no se necesita y además muchas de sus calles los prohiben. Si no quiere hacer ejercicio está la posibilidad de recorrerla en carroza, que siempre tiene un atractivo especial pero prepare la billetera porque ese es un lujo que no todos pueden financiar. 
Brujas es una ciudad medieval y esto no solo queda claro en cada rincón de sus calles adoquinadas sino que queda en evidente manifiesto en sus dos plazas principales. La primera de ellas es la Plaza Burg, uno de los lugares más atractivos de la ciudad y con gran importancia histórica. Rodeada de emblemáticos y preciosos edificios, quizás el más destacado es el del ayuntamiento conocido como Stadhuis. Es el ayuntamiento más antiguo de todo Bélgica y data de 1376.  Construido en estilo gótico florido es un adorno majestuoso al lugar. 
Basílica de la Sangre Santa

Vale la pena visitar la sala gótica que tiene una bóveda policromadra absolutamente preciosa. En sus frescos se relata la relación del pueblo de Brujas con sus gobernantes.
En la plaza hay también un palacio barroco de 1662 conocido como la Probostía, pero lo que a mi más me gustó y me emocionó fue la pequeña Basílica de la Santa Sangre. Construida en el siglo XII con un estilo romántico y neogótico que realmente lo deja a uno mudo. En el piso superior guarda una importante reliquia, un trozo de tela que dice contener la sangre de Cristo. El lugar se puede visitar con mucha facilidad y con sorprendente baja afluencia de turistas, especialmente durante la mañana ya que la mayoría de los visitantes llegan a la ciudad a la hora de almuerzo.  La majestuosidad y belleza de este lugar invita a quedarse y disfrutarla por un buen rato, agradeciendo cada una de las cosas que a uno le permitieron llegar ahí. Es inevitable sentirse privilegiado al ser testigo de semejante maravilla.  
La invitación es después a disfrutar del movimiento de la plaza en alguna de las varias terrazas de los múltiples cafés que la rodean y probar un chocolate caliente tradicional belga o bien una rica cerveza helada. Todo dependiendo de la hora o de sus gustos. 
No puede ir a brujas y no probar los famosos waffles belgas. Lamentablemente yo no como azúcar lo que transformó este viaje en un absoluto desafío para mi fuerza de voluntad, pero mi marido lo disfruta por ambos con unas ganas que me hace feliz solo de mirarlo. El clásico es con chocolate pero puede comerlo como mejor le parezca mientras disfruta de la vista o camina vitrineando por la enorme cantidad de tiendas que hay en la ciudad. El gran flujo de turistas atraen al comercio en todas sus formas, desde pequeñas tiendas locales hasta enormes y elegantes tiendas internacionales. 

Plaza del Mercado Grote 

Campanario Belfot
A pocos pasos de la plaza Berg se encuentra la segunda y más importante plaza de la ciudad, la del Mercado Grote. Este es el corazón de Brujas y su movimiento constante asi lo demuestran. Mi recomendación es llegar temprano en la mañana para poder subir al campanario Belfot evitando las largas filas que se arman hacia medio día. Subiendo los 366 escalones podrá apreciar la mejor vista de la ciudad y sus alrededores. Además de su funcionalidad como torre de vigilancia, la torre representaba el poder y la independencia de la ciudad. El edificio empezó a construirse en el siglo XIII. Durante el ascenso a la torre podrá ver la campana de la Victoria, la cual solo suena moviendo sus más de 5.000 kg para la procesión de la Santa Sangre o cuando el equipo local gana la liga belga de futbol; algo que me temo sucede poco. Además de la preciosa y completa vista a toda la ciudad, podrá apreciar el carrillón que suena en las horas exactas siempre con una melodía diferente.  
Hay mucho más por ver en esta agitada plaza, partiendo por el mercado que se instala en las mañanas de los miércoles con ventas de frutas y verduras frescas ademas de muchos otros variados productos. El mercado data del siglo X, en donde ya este lugar era el centro de reunión de la ciudad.
Plaza del Mercado Grote
Aquí se fusionan turistas y locales dándole enorme movimiento a la plaza, especialmente por las mañanas. Son varias las calles que llegan a ella, dándole ese aire de epicentro que se siente al poner un pie aquí.  Al centro destaca el monumento a Pieter de Coninck y Jan Breydel, dos héroes locales que lucharon por la independencia de Brujas contra los franceses en el año 1302. En el lado noroeste de la plaza destacan las Casas Gremiales, un colorido grupo de edificaciones muy características de la ciudad y que hoy albergan cafés y restaurantes principalmente turísticos.  Al lado de estas casas se encuentra el edificio del consejo provincial, una edificación majestuosa de estilo neogótico y construida en 1887. Antiguamente fue residencia del gobernador de la provincia pero ahora es sede del juzgado provincial de Flandes Occidental.
En mi opinión, la mejor vista de la plaza, su movimiento y su belleza arquitectónica, se obtiene desde la terraza del Museo Historium. El museo, que cuenta la historia de brujas con personajes ficticios y atractivos para niños, no me resultó muy interesante pero tiene un café con una terraza en el segundo piso que ofrece una vista espectacular a la plaza.  Se puede entrar solo a sacar fotos o disfrutar de la vista.

Casas gremiales

Como en toda pequeña ciudad la gran gracia de Brujas está en recorrerla con algo de azar, perderse en sus calles, dejarse llevar por el instinto y disfrutar de los encantos locales. En el caso de Brujas, siendo una ciudad belga obviamente sus principales encantos culinarios pasan por el chocolate (y todos sus variados usos) y la cerveza. La ciudad está repleta de lugares para poder disfrutar de las gracias culinarias locales y créame que se le hará imposible resistirse porque hasta el último rincón de Brujas tiene olor a chocolate. Todas las calles que rodean a la plaza del mercado ofrecen un encanto especial. Primero por su arquitectura mantenida en perfectas condiciones, segundo por su comercio, muy ligado al chocolate y la cerveza pero también al comercio local y la moda. Brujas tiene un barrio de tiendas bastante elegantes y con buen movimiento. Por ultimo, los adoquines de la ciudad y los pocos autos que dejan casi todo el espacio a las bicicletas y los carruajes tirados a caballo son la guinda de la torta para trasladarlo varias centenas de años en el tiempo. Por algo el centro histórico de Brujas fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco el año 2000



En cualquier dirección que avance, difícilmente logrará llegar a las tres cuadras sin cruzarse con algún canal. Sí, Brujas también es conocida como la Venecia del Norte, al igual que Amsterdam, Estocolmo y Copenhague entre otras. Los canales de Brujas no solo son la evidencia viviente de el importante rol que tuvo la ciudad en el comercio europeo durante la edad media sino que también son un protagonista innegable en este pequeño rincón belga. Recorrer los canales en bote es un panorama absolutamente imperdible, no solo porque entrega una perspectiva distinta al visitante sino que además desde los canales se pueden visitar lugares solo accesibles en bote; pequeños escondites con aires medievales que se retratan de maravillosa manera en las fotos y en los recuerdos. Si bien hay varios lugares en donde tomar estos tours en bote, el más popular es en el muelle del Rosario, a una cuadra de la Plaza del mercado. Temprano en la mañana se evitan las filas, aunque no hay que desesperarse, hay muchísimos botes y las filas avanzan bastante rápido. Disfrute de las historias y relatos del botero, siempre son un gran aporte al paseo, pero sobretodo disfrute de la vista inigualable de esta encantadora ciudad. 
Canales de Brujas


El paseo en bote los llevará a el famoso Lago del Amor (Lago Minnewater) al que recomiendo volver a pie y recorrer con calma. Desde el agua se disfruta sin duda de sus preciosas vistas, los cisnes que lo habitan y una calma que se mete por cada inspiración hasta ahogar al visitante en este ambiente de paz, belleza y romanticismo. El origen del lago (en realidad es una pequeña laguna) se remonta al siglo XIII cuando se construyó con en fin de canalizar las aguas del rio Reie. El parque que lo rodea está lleno de lindas sorpresas para visitar. El pequeño Castillo de Falle con su estilo gótico y su ubicación privilegiada domina toda la escena pero son a mi gusto los pequeños puentes los que llevan todo el romanticismo y la magia de la zona a una posición sublime. Destaca el puente Sahuis, lejos el más fotogénico del lugar. Vale demasiado la pena caminar hasta el parque Begijnhuise donde está la famosa beatería de Brujas. Aquí se congregaron monjas a las que se le sumaron viudas y huérfanas de las cruzadas que consagraron su vida a rezar, trabajar la lana y cuidar enfermos. Su importancia y posición social fueron cambiando con el tiempo. Hay un lindo museo para visitar y su capilla vale mucho la pena conocer.
Castillo de Falle

La Iglesia de nuestra señora es otro de los lugares icónicos de la ciudad. Con 115 metros de altura su torre de ladrillos no solo es la más alta de la ciudad sino que es la segunda más alta de Europa. En su interior se puede ver la preciosa Madonna de Brujas, obra hecha por el mismísimo Miguel Angel. La iglesia no solo impacta por dentro sino que su figura domina gran parte del escenario de la ciudad, especialmente si se pasea en bote a su alrededor en donde varios puentes adornan las fotos y nuevamente es la quietud la protagonista de la escena. La iglesia data del siglo XIII y las tumbas de Carlos el Temerario, duque de Borgoña y su hija la duquesa María de Borgoña están dentro de la iglesia.
Otro importante lugar para visitar, a una pocas cuadras pero atravesando el entretenido centro histórico de Brujas, es la Plaza Jan Van Eyck, pintor belga cuya estatua domina el escenario. En frente a ella nace el canal Spiegelrei desde donde salían los barcos que llevaban al mar las mercancías belgas y de todos los países bajos. Esta zona era el centro financiero y burgés, aquí estaba la aduana y los edificios que rodean la plaza son el encuadre perfecto para las fotos más bonitas de la ciudad. 


A pesar de los miles de turistas que llegan a Brujas, muchos de los lugares más visitados se van vaciando en la medida que avanza el día, por eso recomiendo mucho pasar al menos una noche en la ciudad. La oscuridad le da un tono lúgubre y romántico que la eleva a un nivel de belleza simplemente sublime. La escasa pero perfecta iluminación realza cada uno de los lugares icónicos y también de los rincones más preciosos. Hubo un lugar que cautivó al lente de mi cámara en todos los horarios del día, un pequeño restaurante en un rincón de un callejón. El lugar está bastante escondido pero por suerte yo lo tenía marcado como los mejores lugares para comer en Brujas y vaya que lo fue. Se trata del De Vlaamsche Pot, la Olla flamenca (https://www.devlaamschepot.be/). Un delicioso restaurant de comida típica flamenca, instalado  en una antigua casona de la zona y adorablemente decorado en sus varios rincones interiores. La comida no es solo brutalmente abundante sino que además es absolutamente exquisita. Atravesar su puerta es entrar en un libro de cuentos en donde dan ganas de verlo, tocarlo y probarlo todo. Se recomienda hacer reserva porque este inolvidable lugar abre solo 5 días a la semana (lunes y martes cerrado) por lo que la demanda por comer aquí siempre es enorme. 

 
De Vlaamsche Pot de día y de noche, siempre precioso

Desayuno en el Hotel Van Cleef
En general no recomiendo alojamientos porque este es un tema tan personal , sensible al presupuesto y gustos de cada viajero que prefiero obviarlo. Sin embargo, toda norma tiene su excepción y el hotel que nos alojó en Brujas merece a todas luces ser la excepción en esta materia. Me di muchas vueltas buscando algo que no fuera tan caro pero que estuviera a la altura de la ocasión y del lugar. Un hotel que tuviera buena ubicación pero que fuera especialmente romántico y bien atendido. Aunque la recomendación viene de cerca debo decir que no pude elegir mejor. El hotel Van Cleef  (https://www.hotelvancleef.be) nos entregó una de las mejores experiencias hoteleras de nuestras vidas. Atendido literalmente por sus dueños, una pareja de belgas y su hijo, quienes están pendientes de cada detalle a cada momento. Su atmósfera ultra elegante pero muy intima hacen que uno se sienta como parte de la realeza de tiempos que ya no existen.
Hotel Van Cleef


El hotel es absolutamente precioso, por fuera y por dentro, con una decoración maravillosa tanto en los espacios comunes como en las piezas en donde desde los amenieties hasta la ropa de cama es de una elegancia a otro nivel. El desayuno se puede tomar en su terraza que da a uno de los canales principales de la ciudad y es una verdadera fiesta de manjares. No tengo ninguna duda que de volver a Brujas, lo haría a este precioso hotel. 

Cuesta irse de Brujas, cuesta volver a la realidad y dejar atrás este mágico lugar. Cuesta porque en la ciudad todo funciona en sintonía para que uno se sienta en un mundo mágico, precioso, en donde la belleza y la tranquilidad son los principales protagonistas. Las grandes ciudades pierden atractivo cuando uno se deja embaucar por la mágica belleza de la pequeña ciudad flamenca, en donde el tiempo y la vorágine no existen. Visitarla con calma creo que es mi último y más importante consejo porque solo asi uno podrá realmente empaparse de esta aura maravillosa con que la ciudad envuelve al visitante que se quiere dejar transportar a tiempos que ya no volverán.