lunes, 26 de noviembre de 2018

Navegando por el Báltico



Me encantan los cruceros; creo que son una excelente manera de conocer varios lugares en poco tiempo, en un ambiente cómodo, entretenido, variado y con atracciones para todos en la familia. A mi en lo personal, me fascina navegar, caminar por las cubiertas en las tardes, sentir el viento en la cara y ver la inmensidad del mar delante de mis ojos. Las más bonitas puestas de sol y los más inolvidables amaneceres los he visto arriba de un barco. He hecho cruceros por varias partes y por eso puedo asegurarles q el crucero por el Báltico tiene muchos atributos. El itinerario es el primero, si bien son cruceros algo más largos, de 7 hasta 14 días, las rutas están muy inteligentemente planeadas así que no se hace aburrido. Tiene muchos puertos de llegada en varios países distintos, interesantes y variados, por lo que en un solo viaje se conoce mucho. La duración de la estadía en cada puerto está muy bien pensada y da tiempo perfecto para recorrer las principales atracciones de cada ciudad. Este es un viaje que es un verdadero imperdible en la agenda de cualquier viajero exigente.

Esta vez tomamos un NCL que tenía la particularidad de ofrecer dos puertos de embarque, esta flexibilidad es ideal para combinar los planes previos o posteriores que uno tenga. Los itinerarios en general son bien similares en las diferentes compañías de crucero, la única diferencia es que los más largos incluyen una visita a Noruega que no está en el Báltico sino en el mar del norte. El nuestro salía de Alemania e iba recorriendo el Báltico en dirección contra reloj.  Un punto importante a tener en cuenta es el clima. Esta es una de las zonas más al norte del mundo civilizado, este viaje no se puede hacer en cualquier época del año y lo más recomendable es ir entre Junio y Septiembre. Revise bien las temperaturas antes de hacer la maleta y lleve de todo un poco. Es habitual encontrarse con lluvia y frío pero tampoco es raro tener calor, más que mal es verano.

Tallin

Embarcamos en Warnemunde, un pequeño pueblito en el norte de Alemania, separado de Berlín por 3 horas de tren. Un excelente medio de transporte, cómodo y eficiente. Los pasajes se pueden comprar en https://www.bahn.de/m/view/en/index.shtml desde 3 meses antes de la fecha del viaje.  No recorrimos el pueblo por la ansiedad de los niños de subir al barco, el cansancio y especialmente por que a la vuelta veríamos muchos pueblos en Alemania. En todo caso Warnemunde es un pueblo a la orilla del Báltico, encantador y muy chico que se recorre en una mañana. Después de un tranquilo y cálido primer día de navegación llegamos a Tallin, capital de Estonia y su ciudad más grande, aunque a penas tiene 440.000 habitantes. Durante la edad media vivió sus años de gloria, siendo puerto obligado de los barcos que comerciaban entre Rusia y Europa. Hoy tiene un presente tranquilo que vive principalmente del turismo. La ciudad se divide en dos, la parte baja y la parte alta que alberga la ciudad antigua y que es el principal atractivo de Tallin.

Ciudad antigua amurallada
La parte antigua es un pueblo amurallado que tiene algunas torres absolutamente intactas. El recorrido entero de esta zona toma medio día hecho con calma. Vale la pena partir por la Iglesia San Olaf que con su agotadora escalera caracol lo lleva a la torre. La vista de la ciudad desde aquí es inigualable. Recorra sus calles de adoquines y visite el comercio local que es atractivo y novedoso. Su moneda es el euro y todos hablan inglés, lo que facilita el paseo. Imperdible visitar Masters Yard y el pasaje de Katarina en donde verá artesanía local, especialmente lana, en un ambiente medieval que lo traslada en el tiempo.
Plaza del ayuntamiento
Aquí se puede subir al muro y pasear por su parte interior. A un par de cuadras esta la calle Viru, otro de los accesos al pueblo antiguo en donde hay un mercado de flores y frutas. Como en todo pueblo pequeño, la plaza es el punto central. Aquí se encuentra el ayuntamiento y varios edificios preciosos. Disfrute de un café en la plaza y mire el impactante movimiento turístico que se ve, la mayoría provenientes de cruceros que recalan aquí solo por medio día. Tome una de las calles que lo llevan a la parte alta de la ciudad para visitar el icono de Tallin: la Catedral Alejandro Nevsky. Construida en honor al héroe nacional, esta iglesia es patrimonio de la humanidad. A su lado, el edificio del Riigikogu, sede del parlamento estoniano, es un precioso edificio amarillo pastel que basta con apreciar por fuera. No se puede ir de Tallin sin ver sus miradores, en la parte más alta de la ciudad están los más famosos. Se trata de de Toomkiriju, Kohtuotsa y Patkuli, todos muy cerca entre si, separados por una corta camina por las preciosas calles adoquinadas de la ciudad antigua. Tallin vive del turismo y se nota, sus fachadas están en perfecto estado, sus calles impecables y sus habitantes muy preparados para recibir turistas. Recorrer sus rincones es un viaje en el tiempo, volver a la edad media pero de la mano de gente amable y carismática. Un lugar simplemente adorable


Si bien nuestra segunda parada fue en San Petersburgo, esa ciudad merece un posteo completo a parte, que vendrá más adelante. Nos vamos entonces a la tercera parada, la encantadora ciudad de Helsinki en Finlandia. Con una población de 1 millón de personas, Helsinki es la ciudad más grande del país, su capital y sede del gobierno. Se independizó de Rusia después de la revolución y antes estuvo dominado por Suecia, lo que explica porque el sueco es el segundo idioma oficial y en muchas partes encontrará la señalética en finlandés y en sueco.

Catedral Uspenskin
El punto central de la ciudad es la Plaza del mercado que está en el muelle principal de la ciudad, al lado de la casa de gobierno. Muchos puestos en donde se venden frutas, verduras y artesanía local. A un par de cuadras domina la escena la Catedral Uspenskin. Esta catedral ortodoxa construida en 1862 está inspirada en el estilo moscovita del siglo XVI. Tiene 13 cúpulas que representan a Cristo con sus apóstoles. Es considerada la catedral ortodoxa más grande de toda Europa. A solo un par de cuadras, compite en su belleza la Catedral de Helsinki que corona la plaza del Senado. Es conocida como la Catedral Blanca y es la catedral luterana más importante de la ciudad. En su interior corona el altar un retablo del entierro de Jesucristo donado por el Zar Nicolas I y en la plaza hay una preciosa estatua del Zar Alejandro II. Toda la influencia rusa se desparrama por la ciudad demostrando los largos años de dominación. Si tiene suerte con el clima recorra la preciosa avenida Esplendi, repleta de tiendas elegantes y buenos restaurantes. Dependiendo la cantidad de tiempo probablemente tendrá que optar al momento de elegir museos. Las alternativas principales son el Ateneum que es el museo nacional de Finlandia, el precioso Kiasma que es el museo de arte contemporáneo y el Kansallis que contiene principalmente arte finlandés. Si de mi dependiera, me quedo con el Kiasma por tamaño y por la impactante belleza interior y exterior de su edificio.
Iglesia de Piedra de Temppeliauko
Capilla del Silencio
Hay dos lugares bien únicos en la ciudad que nos hablan de una cultura reflexiva y un mundo interior muy potente. El primero es la Iglesia de Piedra Temppeliauko. Revise los horarios porque a mi me tocó cerrada por la hora de almuerzo. El lugar es una mágica obra de diseño y arquitectura. Su forma circular da una sensación de integración que se confirma con el precioso uso de los materiales de manera integrada y armónica. Es una iglesia luterana, evidenciando la doble religiosidad que existe de manera tan latente en Finlandia. A unas pocas cuadras de aquí encontrará  capilla del silencio ubicada en Kampi, el barrio del diseño. Es una pequeña edificación de madera que alberga un templo laico. Un lugar que invita a detenerse, callarse y oír la voz interior, un regalo enorme en la vida agitada de una capital. También se puede convertir en refugio del duro clima, en una ciudad en donde la lluvia y el frío son protagonistas casi constantes. Aproveche de caminar por el barrio, no por nada Helsinki es reconocida como la capital mundial del diseño. Se respira creatividad, imaginación y vanguardia. El diseño se ve en lo urbano y también en lo íntimo, en cada esquina, en cada tienda e incluso en la gente, su manera de vestir y de vivir. Mi recomendación es hurguetear por las diferentes tiendas y fascinarse con una cultura dedicada a la creatividad. De vuelta al crucero no deje de admirar los nuevos y modernos barrios que están construyéndose cerca del muelle. Edificios con pequeños departamentos, con arquitectura de vanguardia y mucha estética. Los jóvenes se han volcado a este lugar por precio, comodidad y estética.
Nyhavn - Copenhague

Después de perdernos Estocolmo por mal clima llegamos a Copenhague, ciudad preciosa, cautivante, única e inolvidable. Cuesta elegir un destino preferido en esta ruta tan completa y variada, pero sin duda esta ciudad robó mi corazón. La capital de Dinamarca es una ciudad pequeña con 700.000 habitantes en la zona urbana. Originalmente fue una aldea vikinga y hoy ostenta el premio a la ciudad más feliz del mundo. Es la ciudad más visitada de Escandinavia y las razones para mi son evidentes, es una ciudad amable, fácil, preciosa, limpia y ecológica, imposible no enamorase de ella.

La Sirenita
Un recorrido por la ciudad tiene, en mi opinión, solo un punto de partida lógico. Primero por su ubicación y segundo porque sin duda alguna es el icono de la ciudad. Por esto, no concibo empezar en otro lado que no sea visitando a la famosísima escultura de la Sirenita, inspirada en uno de los personajes de Hans Christian Andersen, cuida la bahía con una actitud de tranquilidad que conmueve. La escultura fue un regalo de un empresario cervecero a la ciudad. Se juntan muchos turistas a sacar fotos pero el lugar es amplio y hay espacio para todos. Al lado está Kastellet, o también llamado parque Churchill. Una antigua ciudadella con forma de estrella, rodeada por un canal que la protegía de los agresores. Hoy funciona como cuarteles militares y está abierta al publico. Es un bonito paseo que además sirve de atajo entre la Sirenita y el centro de la ciudad. Recorra sus jardines en donde destaca un enorme molino de viento en perfecto estado.
A unas pocas cuadras se encuentra la Iglesia de Federico, conocida popularmente como Iglesia de Mármol, es un precioso templo luterano que luce la mayor cúpula de toda Escandinavia. Está inspirada en la catedral de San Pedro y se nota. Al otro extremo de la calle se ubica el Palacio de Amalienborg, uno de los muchos palacios reales de la ciudad. Es la residencia actual de la reina Margarethe II que gobierna el país desde 1972. La monarquía es querida y respetada en Dinamarca, es parte importante de su cultura y no hay cuestionamientos sobre su rol.

Nyhavn
A penas a unas pocas cuadras nos vamos a encontrar con otro icono de la ciudad, Nyhavn, un muelle construido a finales del siglo XVII como puerta de entrada a la ciudad. Hoy es uno de los puntos turísticos más importantes y sus postales recorren el mundo con sus coloridos edificios, bares y restaurantes. Desde aquí salen botes de paseo por la bahía que yo recomiendo hacer solo si sobra el tiempo porque la ciudad tiene mucho por ofrecer en las calles.
Palacio Rosernbog
En este barrio hay mucho movimiento, tiendas y restaurantes. Disfrute de las fachadas porque son impresionantes, grandiosas y muy bonitas. Entreténganse merodeando por sus calles, entrando a las tiendas y conversando con los locales. La amabilidad y simpatía de los daneses fue algo que a mi me sorprendió. Con caras llenas de sonrisas lo reciben a uno siempre de buena gana y con la mejor disposición. El inglés es habitual aunque no fluido en muchos casos pero se logra la comunicación básica
Estacionamiento de bicicletas 
A pocas cuadras aparece el precioso palacio Rosenborg que hoy alberga un museo con tesoros de la monarquía. Está ubicado en un enorme y cuidado parque que vale la pena visitar de pasada, camino a Torvehallerne, el mercado de Copenhague. Siempre los mercados son un lugar interesante para visitar, con comida típica, mucho ambiente y un grato lugar para detenerse a descansar y tomar algo. Torvehallerne se volvió rápidamente en uno de mis preferidos. Primero porque aunque hay bastante gente, el espacio es grande y no se ven aglomeraciones. Además su limpieza y orden son impresionantes y nuevamente destaca la amabilidad de quienes ahí trabajan. Súmele la enorme y variada oferta gastronómica y el lugar es simplemente perfecto.
Dinamarca es el segundo país que más usa la bicicleta en el mundo. Es algo realmente impresionante como están por todas partes y como la ciudad los privilegia, facilitándoles la vida con amplias ciclovías, estacionamientos especiales y preferencia frente a los automóviles. Nunca dejó de impactarme la cantidad de bicicletas que se ven por todos lados. En la ciudad la mitad de los habitantes la usa para ir al trabajo. Hay una cultura pro bicicleta que hace que su masivo uso sea un medio de transporte seguro, cómodo y económico.

Rundetarn
Stroget
Otro must es recorrer las calles peatonales de la ciudad. Hay varias pero la principal es la Stroget que es la calle peatonal más larga de toda Europa. Repleta de gente, bicicletas, tiendas, cafés y mucha onda en un ambiente amable y sin complicaciones. No se puede dejar de visitar la Rundetarn, una torre redonda que alberga uno de los observatorios astronómicos más antiguos de Europa. Se sube por una rampa de caracol adoquinada, impresionantemente linda y muy única. Las vistas de arriba son preciosas. Vale demasiado la pena el esfuerzo físico de la subida.
Kanal Cafeen
A esta altura del día el cuerpo ya pide el almuerzo. Donde fueres haz lo que vieres dice el refrán, esto aplica especialmente a la comida. Siempre lo digo y hoy lo repito, hágase el animo de comer comida típica de los lugares a los que va, es parte importante de conocer un lugar  y así entender de manera más global su cultura. Nosotros almorzamos en el Kanalcafeen (https://www.kanalcafeen.dk/) un restaurant de comida típica danesa que se nota tiene muchos años de historia. Lleno de gente y de recovecos, el lugar parece chico pero es enorme, bien atendido y la comida muy típica danesa. La especialidad son unos sandwich abiertos que se comparten y preparan en la mesa, toda una novedad. Mucha cebolla, alcaparras y aliños, vale la pena probar. Al frente está el Palacio Christiansborg, un imponente edificio barroco del 1167. Fue la primera residencia de la familia real hasta que se incendió en 1794. Hoy es la sede del parlamento.
Alrededores del Palacio Christiansborg

Este barrio es muy bonito para caminar, con edificios de impresionantes fachadas, el canal que se aparece en varias partes y las ciclovías repletas de ciclistas que le dan un toque tan danés a Copenhague. Si le alcanza el tiempo, cruce el puente Knippelsbro hacia Christianshavn, el barrio hipster de la ciudad. Vale la pena visitar el edificio de la opera y el papiroen, un mercado de alimentos con ambiente juvenil y entretenido.

Christiania
A pesar de que nosotros no alcanzamos a visitarla, le dejo la inquietud de conocer Christiania, una ciudad dentro de la ciudad de Copenhague. Con alrededor de mil habitantes que hacen sus reglas y leyes de común acuerdo, este es un lugar sacado de una novela media surrealista. Las calles no están pavimentadas y su aspecto general es desmaquillado o incluso de abandono. Hay áreas "verdes" en donde se permite el libre consumo y comercio de marihuana a pesar de que en Dinamarca está prohibido. Un lugar distinto e interesante.


No quise incluir la información sobre Estocolmo porque como por problemas de clima no pudimos conocerlo, prefiero escribir de las cosas que si conocí. Sin embargo, tengo toda la información importante de la ciudad, si la necesita puede contactarme vía mail o vía instagram para compartirla.

El Báltico es un lugar único, repleto de historias, de mitos y leyendas. Pueblos que han convivido, lidiado, sobrevivido y vivido junto al mar y de el mar, eso les da un carácter distinto, fuerte, y resiliente. Atiborrado de personajes notables, valientes, emprendedores y soñadores. Su pasado vikingo, rudo y aguerrido ha dado paso a gente amable, distinta, acostumbrada a un clima duro y a un lugar lejano, sin embargo acogedora y simpática. Su distancia de Europa central si bien no es enorme en kilómetros si lo es en la cultura, estos son pueblos de mar y se les nota. Su clima agreste e impredecible solo lo hace mas atractivo e interesante. Su comercio denota todo esto, encontrará productos únicos y muy distintos, creativos y vanguardistas. Uno de esos lugares a los que inevitablemente tendré que volver.
Copenhague

¡Cross check y reportar!




Visite a Viajera adicta en Instagram (https://www.instagram.com/viajeraadicta/)  Facebook @viajeraadicta