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miércoles, 14 de julio de 2021

Estocolmo: ciudad teatral




Estocolmo, la capital de Suecia, es otra de las varias ciudades de el Báltico conocidas como "la Venecia del Norte". La ciudad sorprende a primera vista por su teatralidad, dada fundamentalmente por el contraste de tonos entre su colorida arquitectura en contraposición con su cielo habitualmente gris, con nubes escandalosamente apoteósicas y llamativas. La ciudad está conformada por 14 islas sobre el lago Malaren que se extiende hacia el Báltico en su extremo oriental. Sus múltiples bahías y canales son recorridas por una enorme y eficiente red de ferrys que sirven también a los turistas para darle una mirada distinta y más local a la ciudad. Con más de 700 años de historia la ciudad impacta por su preciosa arquitectura y como ésta se confabula con el clima para transformarla en un verdadero escenario teatral. El paisaje pareciera posar para las fotos que se dan de gran manera desde todos los ángulos. La escenografía es adictiva para quienes, como yo, disfrutan tomando fotos. Es imposible no detenerse cada pocos metros a retratar para la posteridad lo que los ojos tiene en frente. Con el agua como constante protagonista, las decenas de bahías de todos los tamaños ofrecen vistas que calman hasta el alma más inquieta.

 
Bahía Estocolmo.
Estocolmo es la ciudad más grande de Suecia y no llega al millón de habitantes. Es muy tranquila, pareciera no conocer el stress. Nunca se ve gente apurada, corriendo o irritable, realmente envidiable. Al poco llegar se hace inevitable enganchar con este ambiente sereno y pausado.
Uno de los grandes atractivos de Estocolmo son sus decenas de variados museos que están repartidos por toda la ciudad. Yo recomiendo alojarse cerca del parque Kungstradgarden que está bastante central a las islas con más atracciones. Si bien el transporte publico funciona muy bien, la verdad es que la ciudad es perfectamente caminable, lo que la hace aún mas adorable. 

Plaza Stotoget

Gamla Stan (ciudad vieja) es un conjunto de tres islas que concentran el centro histórico de la ciudad. Se le conoce también como "la ciudad entre los puentes" por los 6 puentes que las comunican entre si. Aquí se fundó Estocolmo en 1252 y sus calles aun adoquinadas han sido testigo silencioso del pasar de los siglos. En este pequeño lugar se concentran más de la mitad de los turistas que visitan la ciudad muchas veces por el día en cruceros que recorren el Báltico.
Riksdagshuset
La primera  de las tres islas es la más pequeña, sin embargo no por eso poco importante. Ahí se encuentra el Riksdagshuset, el parlamento sueco, y el Mediltidsmuseet, un museo medieval que yo no tuve oportunidad de conocer. El lugar ofrece además vistas preciosas de la ciudad, sus puentes y bahías. La panorámica es absolutamente notable.  Atravesando un pequeño puente se entra a la isla principal de Gamla Stan. El traslado en el tiempo es inmediato, porque uno se encuentra de frente con el muro lateral del Castillo Real conocido como Kungliga Slottet. La ciudad cambia en unos pocos pasos desde amplias avenidas con gran perspectiva a pequeñas calles angostas y empinadas, tapizadas de adoquines y repleta de pequeños detalles muy escandinavos.

Gamla Stan
Permítase recorrer la isla con calma y detalle, visitando sus principales atractivos. Probablemente el más conocido es el Palacio Real que está enfrentando la Bahia de la ciudad. Construido a finales del siglo XVII es hoy la residencia oficial del Rey Carlos XVI Gustavo, aunque su residencia privada es en el palacio de Drottningholm, a las afueras de la ciudad. Se puede ver el cambio de guardia a las 12:15 cada día; es una ceremonia bastante sencilla pero atractiva. También se puede visitar el museo de la armería que está dentro del palacio. Le recomiendo almorzar al aire libre, si el clima lo permite, para llenarse del aire limpio y fresco que derrocha la ciudad por montones. Hay que tener en cuenta que los mejores meses para visitar Suecia son los de verano, para esquivar el difícil clima de Escandinavia en donde el lago habitualmente se congela, el sol se vuelve esquivo y el clima es absolutamente gélido. Las calles de Gamla Stan esconden muchos secretos, como la escultura pública más pequeña del mundo, conocida como Jarnpojken (chico de hierro). Con solo 14 cm de altura es toda una celebridad en la ciudad y los turistas suelen dejar monedas o dulces que se supone aseguran fertilidad. A media cuadra se encuentra la Catedral de Estocolmo (Storkyrkan) cuyo exterior no presenta mayor atractivo pero su interior es sorprendente y majestuoso. 
Jarnpojken

A solo un par de cuadras de distancia se encontrará con la preciosa iglesia de Santa Gertrudis. Conocida como la iglesia alemana, por la dominación teutona durante la edad media, tiene un campanario que se asoma por todos los rincones de la isla. El museo más popular de esta zona es el del premio Nobel, en la famosa y colorida plaza de Stortoget, la más antigua de toda la ciudad. Regálese deambular y perderse por las calles y sus infinitos recovecos; los adoquines y la pendiente presentan un desafío que sugiero afrontar con zapatos bajos. Hay muchos restaurantes con comida local y muy amablemente atendidos que vale la pena probar.


Iglesia de Santa Gertrudis
Conocer los pequeños negocios de comercio local, con toda clase de productos fabricados en Suecia es otro de los placeres que ofrece la ciudad. Disfrutar de un café admirando la vista o bien una cerveza helada que no necesita jamás una excusa. Si tiene suerte de que le toque buen clima verá como los suecos aprovechan estos días al máximo, repletando las terrazas de sus restaurantes y cafés. No se confíe, el clima es bastante cambiante y una mañana completamente despejada puede dar a una tarde tormentosa, con fuerte viento y nubes dramáticas que hacen de las fotos un espectáculo. 
Marten Trozigs Grand


Otro de los lugares turísticos icónicos de este lugar de la ciudad es Marten Trotzigs Grand, un pequeño callejón que es conocido por ser la calle más angosta y empinada de Estocolmo. Normalmente está llena de turistas durante la mañana ya que la mayoría de ellos viene por el día. Ya después de almuerzo la afluencia de visitantes baja notoriamente y se puede recorrer todo con mucho más calma.

Como estas son islas, es imprescindible dar toda la vuelta a su contorno ya que la vista a la ciudad es muy variada y cambiante dependiendo desde que ángulo se esté ubicado. Con sus infinitas bahías, cada rincón pareciera una ciudad distinta y ofrece postales únicas para disfrutar de una ciudad que vive a un ritmo totalmente distinto al del resto de las capitales de Europa. A ratos pareciera que los suecos no están muy acostumbrados a los turistas, se ven algo tímidos, pero siempre muy amables. 
Gamla Stan

Iglesia Riddarholmen 
Gamlan Stan de noche
La tercera isla de Gamla Stan es la menos visitada de las tres, se trata de Riddarholmen. Yo recomiendo  dedicarle unos minutos por tres razones. La primera es precisamente esa; el que sea la isla menos visitada por los turistas le da un encanto enorme, se puede pasear con calma, hacer fotos con tiempo y tranquilidad y disfrutar del escenario sin la invasión de cientos de personas. La segunda es la preciosa iglesia de Riddarholmen, que es donde descansan los restos de la monarquía Sueca, una preciosura. La tercera razón es llegar al otro extremo de la isla, disfrutar de la "parte trasera" de Estocolmo, la inmensidad de su lago y de la vista al célebre edificio de la municipalidad que alberga cada año la cena anual de los premios Nobel. Después de esto puede ser recomendable volver al hotel por un descanso antes de salir a comer, pero no se pierda la posibilidad de volver a recorrer Gamla Stan de noche, porque todo toma un tono lúgubre, casi medieval y misterioso. 

Bahía Ostermalm 

Museo Vasa
Dejamos atrás el casco antiguo de la ciudad para adentrarnos en Djurgarden, otra de las islas de la ciudad que alberga el que en mi opinión es el mejor museo de Estocolmo y uno de los más atractivos del mundo. Se trata del museo Vasa que es hogar de un antiguo barco de guerra sueco que se hundió en 1628 en su viaje inaugural. El naufragio fue ahí mismo, frente al museo, en la bahía principal de Estocolmo. Se le conoce como el Titanic sueco ya que su viaje inaugural fue largamente esperado y su final tan repentino como trágico. Se cree que alrededor de 50 de los 150 tripulantes murieron ahogados. Lo increíble del Vasa sin embargo no está en su naufragio, sino en el hecho de que estuvo hundido en la bahía durante 333 años.

Vasa
A principios de la década del 50 Anders Franzen, un investigador sueco, se propuso encontrar y reflotar el Vasa sabiendo que en las aguas del Báltico, por su temperatura y la ausencia de un molusco que pudre la madera, este podría encontrarse en buen estado. El 4 de Mayo de 1961 fue reflotado y durante mucho tiempo se trabajó arduamente en su reconstrucción. Hoy el Vasa está expuesto en este fantástico museo que ofrece la oportunidad única en el mundo de ver un barco original del siglo XVII. El Vasa esta completamente reconstruido y un 95% de su estructura es absolutamente original. Esto incluye mas de 14 mil piezas de madera recuperadas desde el fondo del lago, algunas de las cuales son esculturas, herramientas y utensilios de la época. El museo tiene 4 pisos alrededor del barco y varias salas que cuentan esta impresionante historia. No existen las palabras para describir lo que se siente al pararse a los pies de este magnifico logro de la perseverancia y el cumplimiento de los sueños. Tenga en cuenta que el museo esta hecho para conservar al Vasa en buen estado por lo tanto es algo frío, vaya abrigado. No deje de pasar por la tienda de regalos que es magnifica. 

Museo Vasa

Confieso que nuestro nivel de fascinación con este museo fue tan grande que después de recorrer la isla volvimos a encontrarnos con el Vasa por una segunda vez. Es que realmente vale la pena dedicarle tiempo y conocer su historia, muy bien contada por el museo de punta a cabo. 
La isla tiene mucho más por ofrecer. Probablemente lo más popular es el museo de Abba, al cual no entré por un tema de tiempo pero su música me hizo bailar desde afuera. Hay un museo de la cerveza y también fabulosas vistas a la ciudad y a Ostermalm, uno de sus barrios mas coloridos y entretenidos de Estocolmo. 

En esta parte de la ciudad está también el Skansen, un enorme museo de historia al aire libre que tiene un zoológico y muchas atracciones. En la isla hay varios para elegir, desde el museo vikingo, pasando por el museo del vino, el de biología, otro de arte entre varios más. Si su interés principal está en los museos, le recomiendo este articulo que habla de los 10 más visitados en la ciudad:  https://www.sweetsweden.com/turismo-y-viajes-a-suecia/estos-son-los-10-museos-mas-visitados-en-estocolmo/ 
Después de mi locura con el Vasa recorrí los jardines y parques de la isla, vale demasiado la pena darse vueltas sin rumbo por sus varios senderos que ofrecen una vista cambiante a los distintos rincones de Estocolmo.
Albondigas suecas

Bien de suerte llegamos a un precioso y pequeño cementerio del que no pude averiguar mucho pero valió la pena conocerlo. Si por algún motivo usted viene por el día a Estocolmo, aquí, en la isla Djugarden pasaría yo la mitad del tiempo. Solo con el Museo Vasa se paga la visita a toda la ciudad. En la isla hay varios restaurantes con preciosas panorámicas a la bahía principal de la ciudad o por la parte trasera al precioso barrio de Ostermalm, conocido por su elegancia, vida cultural y nocturna además de sus tiendas lujosas y variadas. Vale mucho la pena un paseo por este barrio y conocer el museo de historia sueco que ofrece una gran colección de armas vikingas. Cerca de la plaza Stureplan hay una buena variedad de lugares para comer. Mi restaurant preferido es el Bakfickan (https://www.operakallaren.se/en/restaurants/bakfickan) un encantador y pequeño bar restaurant que además de ofrecer las clásicas albondigas suecas (todos los restaurantes, desde los más elegantes a los mas sencillos las tienen), tiene otros deliciosos platos de comida típica sueca y un ambiente relajado, entretenido y muy local, volvería ahora mismo. 
Bakfickan


La tercera gran isla de la bahía es Skeppsholmen. Si bien todas estas islas están conectadas por ferrys caminarlas es lejos lo más atractivo, es un verdadero deleite para los ojos y el alma. Es aquí, en este tranquilo deambular que uno logra mezclarse con los locales, perderse en la ciudad y empaparse del calmo ambiente de Estocolmo. El principal atractivo de esta pequeña isla es el Museo Moderna, un pequeño museo de arte moderno y contemporáneo, con muy pocos visitantes y mucho espacio para recorrer con calma su atractiva colección. La isla tiene además un museo del juguete, algunos restaurantes y una pequeña isla apéndice con un castillo que ofrece una bonita e inolvidable postal de la ciudad.

Estocolmo 

Mis amigos del ferry frente a su villa en las afueras de Estocolmo
El Museo Fotografiska, de fama mundial, está algo alejado del centro pero de todas maneras se puede llegar caminando a disfrutar de su colección fotográfica y su atractivo edificio de ladrillos que alguna vez perteneció a aduanas. La caminata es de aproximadamente una hora, atravesando Gamla Stan y empinándose por los cerros del precioso barrio de Katarina Sofia. Sin lugar a dudas la caminata es lo que más vale la pena, al final no entramos al museo porque el día estaba dramáticamente precioso y el barrio se veía tanto más seductor. Preferimos perdernos en las alturas de Estocolmo, en donde simplemente no se ve ni un solo turista y se conoce la vida de barrio, los pequeños negocios comerciales, las plazas llenas de niños y el ajetreo propio de un barrio residencial. 
No puedo terminar sin decir que no se puede dejar Estocolmo sin haberlo vivido desde el agua, esta es una ciudad marítima, el agua la rodea por todos lados y los barcos son parte esencial de su historia pasada y presente. Tome cualquier ferry, todos vuelven al puerto, quizás tiene la suerte que tuve yo de conocer a una encantadora pareja de suecos y que le cuente como es su vida en esta singular capital europea o como siendo jóvenes vieron desde una roca el reflotamiento del Vasa. Fue el broche de oro para tres días inolvidables en una ciudad que enamora por su simpleza, tranquilidad y sobretodo por su majestuosa arquitectura en perfecta combinación con el clima y la geografía. Definitivamente es la pausa perfecta para el habitual viajero ajetreado que va con la agenda llena de panoramas y de check list. En Estocolmo todo invita a la pausa, a un ritmo relajado, a disfrutar de albondigas suecas en cualquier lugar y cualquier hora. Una vuelta a los sencillo y cotidiano. 


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viernes, 12 de julio de 2019

Nueva York: ¿que hay de nuevo?

Hudson Yards

A mucha gente le cuesta entender que yo siga yendo a Nueva York. El mundo es tan grande y hay tantos lugares interesantes por conocer todavía, no lo niego. Sin embargo, el imán que tengo por esta increíble ciudad me hace volver una y otra vez. Es que Nueva York es absolutamente inagotable, siempre están pasando cosas nuevas y hay entretención para todos los gustos y presupuestos. Tiene el gran atributo de ser una ciudad que si bien conserva todos sus lugares emblemáticos está en constante evolución y cambio. ¿Que hay de nuevo por estos días?. Mucho,  muy entretenido y variado, como siempre.


High Line Park
Meat Packing District

Esta vez hice el parque High Line de abajo hacia arriba, empezando en el Whitney (https://whitney.org/), el museo de arte moderno americano. Un lugar que si o si hay que visitar al menos una vez. A pocos metros de su entrada está la escalera que da inicio al High Line Park. Debo decir que paseo gana enormemente partiendo en este extremo, principalmente por la incorporación de Hudson Yards. La perspectiva mejora de manera notable y la transición que hace el parque desde un barrio bajo perfil al futurista entorno que presenta Hudson Yards es sensacional. El parque está con su vegetación crecida y con todo el barrio que lo rodea absolutamente en ebullición. Es impresionante como una obra de urbanismo relativamente sencilla transformó un par de barrios para siempre, agregando valor y calidad de vida a sus vecinos.
High Line Park
El meatpacking district está repleto de pequeños espacios comunes, con sillas y wifi para poder descansar, trabajar o simplemente disfrutar del ambiente neoyorkino, uno de mis panoramas preferidos. La mayoría de los trabajos viales que se venían haciendo en los últimos años están terminados. Verlo desde la altura del High Line da una perspectiva distinta y notable, el movimiento es constante a toda hora. No termino de impresionarme con la cantidad de edificios nuevos o restaurados que hay a los largo del parque. Es impresionante como año tras año aparecen cosas nuevas, esculturas, mejoras en los edificios, miradores y nuevos espacios. Lo mejor es como la gente lo aprovecha porque si bien se ve mucho turista también hay locales por montones que vienen en busca de un lugar para descansar, trabajar o inspirarse. La vida de ciudad en su máxima expresión.
High Line Park en Hudson Yards
Probablemente es el último tramo en donde más se nota la transformación de un barrio gracias al parque. Tanto Hudson Yards como el parque se han visto ensalzados a su máxima expresión en su comunión. ¿Que es Hudson Yards? Algunos lo llaman un barrio, otros lo catalogan de mini ciudad dentro de la ciudad. La realidad es que es un conjunto de edificios de oficinas y residenciales que contiene además un mall, centro de eventos, galerías de arte, restaurantes y más. Sin duda su icono más famoso es The Vessel, una estructura de acero con forma de panal de abeja y que sirve de observatorio del nuevo barrio. Si bien la ansiedad por conocerla es enorme y solo aumenta en la medida que uno se acerca a ella, le recomiendo antes de bajarse del High Line conocer los nuevos miradores que tiene en torno a Hudson Yards. La altura permite ver con claridad la transformación de este barrio, desde un peladero que servía como estacionamiento de trenes a un bullante distrito nuevo, repleto de rincones y actividades para hacer. Que maravilla lo que se puede lograr con el urbanismo.
The Vessel - Hudson Yards

The Vessel
The Vesssel - Hudson Yards
Para entrar al Vessel hay que tener un ticket, el cual es gratuito y se puede conseguir on line (https://www.hudsonyardsnewyork.com/discover/vessel) o ahí mismo al momento de llegar. La finalidad de la entrada es controlar la cantidad de gente que hay en la estructura, no solo por un tema de seguridad sino para darles a los visitantes una experiencia que sea grata e inolvidable. Por lo tanto, tenga en cuenta que si va sin tickets puede que los que le den no le permitan subir inmediatamente.
Restaurante Queens Yard
En todo caso la espera no es larga y hay mucho que ver mientras llega su turno. El Vessel tiene 16 pisos que solo se pueden hacer por escalera. Si bien hay un ascensor, este es de uso exclusivo para discapacitados.  Son más de 150 escaleras interconectadas, con más de 2500 peldaños. La experiencia es bien única porque da una sensación que mezcla el laberinto con el vértigo. El lugar es un imán de fotógrafos profesionales y amateurs porque las perspectivas que ofrece son infinitas y el contraste con los alrededores es alucinante. Cuesta salir de aquí. Para un próximo viaje espero poder venir de noche porque con la iluminación que tiene el espectáculo debe ser precioso.
Dentro del mall hay varias alternativas para comer. Muy tentador se ve Little Spain (https://www.littlespain.com/), un mercado con comida española en el sub suelo del mall. Optamos por ir a Queensyard (https://www.queensyardnyc.com/) porque ofrecía, además de una atractiva carta, una vista única al Vessel. El lugar es precioso, finamente puesto y con un atractivo bar en el centro. Las vistas son realmente impactantes y  no es imposible conseguir una mesa en la ventana. Nos atendieron como príncipes y nos cobraron como reyes, era esperable.
The Color Factory

Joseph Leonard
Otra experiencia nueva en este viaje fue conocer The Color Factory(https://www.colorfactory.co/). Ubicado en el Soho, es una manera distinta de partir la mañana. Se trata de una exhibición de color y sabor que nació en San Francisco y ahora está en Nueva York. Un entretenido viaje por los los 5 sentidos, liderados por la vista.
Ideal para hacer con niños pero también entretenido para adultos. Se agradece el buen manejo del público para poder disfrutar de cada una de las etapas del recorrido.
Entradas solamente on line. Si va sin niños en algo menos de una hora ya está de vuelta en la calle, justo para ir por un buen brunch. El Village sigue potenciándose como rincón de los pequeños maravillosos restaurantes sorpresa. Esos lugares que desde afuera no dicen nada pero que por dentro son una fascinante sorpresa. Cálidos, bien atendidos y con cartas novedosas y sorprendentes. El Village está repleto de ellos y cuesta elegir porque todos se ven exquisitos. Nos decidimos por el Joseph Leonard (https://www.josephleonard.com/), un ínfimo lugar en el corazón del Village. Siempre está repleto pero tiene buen ritmo de salida de clientes. El servicio es excelente, la comida deliciosa y los precios muy adecuados. Sin duda lo mejor de estos lugares es el ambiente local que tienen, se nota que sus comensales son habituales y se agradece esa sensación de ser parte de esta rutina de barrio.

Gran Tivoli

Peppis Cellar
Hace mucho tiempo que quería ir a un club de jazz en NY pero no quería caer en el Blue Note a pesar de sus años de historia. Buscaba una experiencia menos turística y más intima. Conocí dos lugares. El primero es el Gran Tivoli (https://www.grantivoli.com/), un restaurant italiano precioso entre el Soho y Nolita.
Hay que reservar y no tenga miedo si le dicen que solo hay disponibilidad en la barra porque es muy cómoda, espaciosa y las mesas son solo para grupos. Su preciosa ambientación en torno a un llamativo y enorme bar lo traslada a uno en el tiempo. La comida es realmente soberbia y la atención también, el lugar tiene un aire de sencilla y cálida elegancia. En el subterráneo tiene prácticamente escondido un whisky bar ( https://www.peppiscellar.com/) donde algunos días hay jazz o blues en vivo. Puede revisar la página web para ver cuando hay música en vivo. Tuvimos suerte, nos tocó un cuarteto genial que tocaba mientras la gente conversaba, se tomaba un trago o simplemente disfrutaban de la música. No hay consumo mínimo ni cover que pagar. Ponga atención en el precioso y enorme bar, es de los más lindos que he visto. Sin ser una entendida, me quedó la sensación que el cuarteto era de gran nivel y la experiencia fue inolvidable.

Smalls Jazz Club

Boucherie
La segunda experiencia fue totalmente distinta. En pleno Village, metido en un subterráneo sin ninguna parafernalia está el Smalls Jazz Club (https://www.smallslive.com/). Un lugar en donde lo central y más importante es la música. Hay que pagar una entrada de usd$20 dólares y consumir algo para tomar, aunque sea una bebida. La gente no conversa, todos van a disfrutar de la música. Recomiendo esta segunda experiencia para quienes sean realmente fanáticos del jazz. El ambiente es entretenido, esta lleno aunque sea día de semana. Es importante haber comido antes porque aquí no dan ni un maní.

Menos mal íbamos preparados y habíamos comido antes en el fantástico restaurant francés Boucherie (http://boucherie.nyc/).  Una de las gracias que tiene Nueva York es su multiculturalidad. Por todos lados hay rincones que lo transportan a otros países. Barrios completos tomados por inmigrantes y por supuesto, con restaurantes que dan cuenta de su cocina y su cultura. Si bien este lugar no está en un barrio francés cruzar la puerta es como atravesar el atlántico. Con ambiente sencillo, tranquilo y comida casera francesa bien preparada y poco pretensiosa. El lugar  es perfecto para una comida en pareja o con amigos.

Play it Loud en el MET

Bethesda Fountain - Central Park
Otra novedad es la tremenda exposición "Play it loud" en el museo Metropolitan. Montada en conjunto con el Rock & Roll Hall of Fame la muestra contiene más de 130 instrumentos musicales que son parte de la historia de la música. Instrumentos de Los Beatles, Chuck Berry, Prince, The Who, Lady Gaga, Metallica y muchos más lo tendrán hipnotizado en una entretenida muestra. El museo con sus atractivos de siempre, hay para todos los gustos. Recomiendo fijarse un tiempo para estar en el museo porque de lo contrario uno puede fácilmente pasar el día completo en el MET. Recorrer el Central Park será siempre uno de mis paseos preferidos, especialmente los fines de semana con su movimiento vibrante y entretenido. Su infinita cantidad de rincones lo hacen un lugar inagotable.
L'Avenue 


L'Avenue
Otra primicia en la ciudad es el recientemente inaugurado restaurant L'Avenue. Ubicado en el noveno piso de la tienda Saks, en plena quinta avenida. Se trata una filial del famoso y muy chic L'Avenue de Paris. Decorado por el famoso Philippe Starck, un decorador francés de gran renombre. El lugar derrocha elegancia en un ambiente casual. La comida y la atención son de primera y el lugar está abierto tanto para el almuerzo como para la comida en donde promete una vista única del Rockefeller Center. En el piso de abajo hay un whisky bar, con chimenea y terraza para los fumadores. Realmente el lugar es una joya y aunque sus precios son bastante elevados, vale cada centavo. Por último si no quiere gastar tanto puede ir simplemente a tomarse un trago al bar para conocerlo porque realmente vale la pena.


Pasando de lo más mundano, como es un restaurant ultra elegante a lo más profundo como es una exposición sobre Auschwitz, esta ciudad muestra así sus constantes contrastes y que son en mi opinión, su mayor atractivo. Hasta el 3 de enero del 2020 estará abierta la impresionante y completísima exposición "Auschwitz, not long ago. Not far away". Montada en el museo de la Herencia Judía, ubicado en el downtown de Manhattan, la exposición es sobrecogedora. He estado en varios museos que tratan el tema y destaco este porque a pesar de ser una muestra muy completa, se hace fácil de recorrer. Está históricamente bien explicada y con elementos interactivos que facilitan la visita. En otros lugares me ha pasado que es tanta información y tan fuerte el contenido que uno tiende a agotarse. Aquí la selección es perfecta. Hay desde una primera edición del libro "Mein Kampf" de Hitler, hasta el escritorio original de uno de los comandantes del campo. Realmente se puede palpar y sentir el horror que significó el holocausto. Son un par de horas muy bien invertidas con audioguía en varios de idiomas. A la salida recomiendo recorrer el paseo que bordea el río Hudson hasta llegar al museo de las torres gemelas, otro lugar que sobrecoge hasta dejarlo sin palabras.

Dumbo - Foto CN Traveller
Lilia Restaurant
Un paseo que a mi me encanta y que esta vez no pude hacer es cruzar el Brooklyn Bridge en la tarde para ver la puesta de sol desde Dumbo. El barrio sigue tomando más y más notoriedad con la llegada de tiendas y restaurantes que le dan mucho movimiento. Recién se instaló aquí, el mercado Time Out que tiene sucursales en Lisboa, Praga, Londres, Montreal, Chicago entre otras importantes ciudades. Un lugar vibrante y entretenido que debería prender muy rápido en la gran manzana.  Lo que si pude hacer fue probar el famoso Lilia (https://www.lilianewyork.com/), en Williamsburg. Después de dos años tratando de conseguir reserva sin éxito, nos animamos a aparecer y dejarlo a la suerte. La suerte nos tiró en una mesa en la calle en un día un pelito helado. Sin duda la experiencia hubiera sido mucho mejor adentro, pero fuimos bien atendidos y la comida fue absolutamente soberbia. Me quedo con las ganas de recorrer este barrio al que todavía no he podido encontrarle su gracia.

La ciudad de Nueva York mantiene su esencia cosmopolita, repleta de contrastes y en constante evolución. Siempre hay una buena razón para volver a ella y dejarse llevar por su ritmo y movimiento. Yo espero volver el próximo año.

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