martes, 29 de mayo de 2018

Conociendo el fin del mundo (Cascais, Sintra y mucho más)

Cabo da Roca
Las playas de Portugal tienen fama mundial. Su costa bañada por la inmensidad del Océano Atlántico ofrece enormes y variadas alternativas a los amantes del mar, arena y sol. La buena noticia es que si está en Lisboa y tiene solo unos pocos días, alcanza a conocer una preciosa zona playera muy cerca de la ciudad. Cada 20 minutos sale desde la estación Cais do Sodre, en el centro de Lisboa, un tren que se va por la costa hacia la maravillosa Cascais. Es un trayecto de media hora en que sutilmente el paisaje va cambiando desde la ajetreada y repleta ciudad al suave oleaje de las olas sobre la playa.
Cascais
Cascais fue originalmente un pueblo pesquero, pero cuando a mediados del siglo XIX el rey Luis I lo eligió como su lugar de vacaciones, el lugar se transformó entonces en destino preferido de familias adineradas y de alta sociedad. Hoy es el balneario predilecto de portugueses y extranjeros en la zona. Un verdadero hormiguero durante el verano pero que el resto del año ofrece un ritmo de vida como de otro siglo, pausado, tranquilo, cálido y amable. Con excelente infraestructura hotelera, buenos restaurantes y estratégica ubicación, este lugar es el ideal para usarlo de centro de operaciones en la zona.

Costanera de Cascais
Un fin de semana es perfecto para recorrer el lugar. Todo se puede hacer caminando aunque muchos eligen hacerlo en bicicleta por la excelente infraestructura que hay para seguridad y tranquilidad de los ciclistas. Si bien recorrer el pueblo es interesante, el mayor atractivo para mi está en su costanera. Con unos 5km de extensión se pueden recorrer las playas y los acantilados, todo acompañado de la brisa marina y un paisaje único. A toda hora se ven decenas de personas que sin ningún apuro aprovechan la amplia vereda para dar paseos a la orilla del mar. Desde el hotel Grande Real Villa Italia (http://www.granderealvillaitalia.realhotelsgroup.com/en#.Ww28xVOFOi4) puede acceder a ella solo cruzando la calle. El hotel tiene una ubicación privilegiada y su atención es como de 7 estrellas. Muy buen lugar para descansar en Cascais. Excelente infraestructura, deliciosos restaurantes y ese ritmo pausado que caracteriza a este lugar. Una parte del hotel fue la residencia de Humberto II, el último rey de Italia. Alojarse aquí no es dormir en cualquier parte.
Boca do Inferno
A pocos metros del hotel está la Boca del Infierno, uno de los puntos turísticos más atractivos de Cascais. Una formación rocosa situada entre acantilados que forma un escenario de profundo dramatismo y belleza. La mejor hora para visitarlo es la puesta de sol, sin embargo a toda hora verá animados caminantes en esa dirección. Una placa recuerda cuando este lugar estuvo en varios titulares en Europa, a propósito de un mago que fingió su muerte aquí. Hay en el lugar un par de cafés para comer y tomar algo al paso.
Centro de Cascais

Reconozco que tengo la mala costumbre de buscar siempre el parecido de un nuevo lugar con algo que ya conozca. Eso es muy difícil en Cascais, es demasiado único como para parecerse a otro lugar. Terminé llegando a la conclusión que Portugal es un país con identidad muy propia, excepcional y singular. El pequeño centro histórico de Cascais es una buena muestra de esto. Recorrerlo le tomará a penas media mañana. El resto del tiempo se lo puede dedicar al museo Condes de Castro, el Palacio de la Ciudadela, la fortaleza de Nuestra Señora de la Luz y el parque Merechal Carmona. No destine tiempo a la Marina que no vale la pena.  Todo está muy cerca y el caminante es sorprendido en cada rincón con postales inolvidables de un tiempo pasado que a muchos ojos fue mejor, más tranquilo, más glorioso y más feliz.
Rincones de Cascais

Indiano Nepales
Hay muchos lugares para comer en Cascais, partiendo por los restaurantes de los hoteles más elegantes, la mayoría de los cuales ofrece además de una excelente carta una vista preciosa al mar. El famoso Furnas do Guincho tiene una ubicación espléndida y una comida inolvidable. Su ambiente en exceso iluminado fue decepcionante pero se olvida con los sabores únicos de sus platos. El que consideré un diamante en bruto, fue el Indiano Nepales, no lo encontrará más que en la aplicación de el Tenedor y créame que vale la pena. Una especie de pequeña fuente de soda, con precios ridículamente baratos, una comida para no olvidar y una atención que nos hizo terminar abrazando a la única mesera de este sorprendente lugar. Solo dos personas trabajan aquí, la mesera que es originaria de Nepal y el chef que es indio, ambos hablan escaso inglés pero logran comunicarse. Es un verdadero placer ser parte del emprendimiento de gente trabajadora, con ganas de salir adelante y que deja lo mejor que tiene en cada cosa que hace. Una experiencia inolvidable. 

Si bien dentro del pueblo las distancias invitan a caminar, en las noches usamos mucho uber, hay buena disponibilidad de autos, los choferes son muy profesionales y los precios razonables. Sin embargo le recomiendo arrendar auto por un día, básicamente para recorrer la costa hacia el norte. Si bien nosotros teníamos la intención de arrendar motos para hacerlo, desistimos por la amenaza de lluvia y la recomendación del hotel que nos dijo que la ruta era solo para motociclistas expertos.
Debo decir que fue un acierto, el camino es angosto, con mucha curva y pendiente. El objetivo principal de este paseo es conocer Cabo da Roca, el punto más al oeste de toda Europa y que fue considerado el fin del mundo hasta el siglo XIV. El monolito que marca este espectacular punto dice "aquí donde se acaba la tierra y comienza el mar", una poética manera de llamarle al tenebroso concepto del fin del mundo. El escenario es perfecto para sentir la inmensidad del mar y cuanta valentía tuvieron esos descubridores para dejarlo todo atrás y lanzarse en la loca aventura de descubrir. Se respira aquí inmensidad; en la fuerza de las olas cuyo sonido trepa por los acantilados, en los ojos que se pierden en un horizonte que parece infinito y en las rocas que de alguna manera pareciera que quieren protegernos de quienes osaran invadir estas tierras tan calmas pero a la vez dramáticas. La sensación es potente y el paisaje, insisto, único. Se puede caminar por algunos senderos peligrosamente desprotegidos pero con prudencia puede volver con fotos magníficas y una experiencia inolvidable. Si no arrienda auto, hay una micro que sale desde al lado de la estación de tren de Cascais y que lo deja aquí mismo. Es el recorrido 403 que después de llegar aquí, va a Sintra. De todo lo que vimos en la zona, esto fue lo que a mi más me gusto. Realmente es un lugar que invita al silencio y la reflexión, uno no se va de aquí igual a como llegó.
Playa Cresmina (Guincho)
En el recorrido de vuelta puede visitar varias playas, destaca la  Grande do Guincho y la de Cresmina, ambas un paraíso para surfistas que en toda época del año vienen a correr olas a este lugar. Le recomiendo almorzar o tomarse un trago en el hotel Fortaleza do Guincho (http://www.fortalezadoguincho.com/en/). Una antigua fortaleza remodelada como hotel boutique que tiene vista a ambas playas y está emplazado casi colgando en las rocas, sobre el mar.

Sintra
Jardines del Palacio da Pena
Para ir a Sintra no considere ir en auto. No hay donde estacionarlo, literalmente. Llevarlo se transforma en un problema y por eso es que lo mejor es tomar el bus. Puede ser el 403 que hace la ruta vía Cabo da Roca o bien el 417 que va directo en media hora. El bus se paga al momento de subir, es cómodo y puntual. Ambos buses lo dejan en la estación de tren que está a pocos metros del centro del pueblo. Le advierto que Sintra tiene microclima, en general, bastante mas helado que sus pueblos vecinos. Vientos montañeses lo tienen a uno buscando el sol como una lagartija. Su principal atractivo está en el Palacio de la Pena y el Castillo de los Moros, ambos encumbrados en los cerros del Parque Natural de Sintra Cascais. Si bien hay varios que se lanzan caminando desde el pueblo, a mi me pareció una pérdida de energía innecesaria. Hay un bus del transporte público que lo lleva por 5 euros, claro que la fila es larga y el bus va repleto, no parece ser una travesía muy cómoda. Por el mismo precio hay decenas de carro motos que lo llevan muy cómodo y en la mitad del tiempo. Las entradas las puede comprar on line (https://www.parquesdesintra.pt/es/parques-jardines-y-monumentos/parque-y-palacio-nacional-de-la-pena/) o en el pueblo. Evite comprarlas en el palacio porque las filas pueden ser enormes. Además de recorrer el Palacio, que es un icono a la arquitectura romántica, es muy recomendable recorrer sus jardines. Esto toma tiempo y planificación. En el link de las entradas se puede obtener toda la información necesaria. Le recomiendo llegar temprano, hay mucho que ver y recorrer.
Palacio da Pena
El castillo de los Moros está muy cerca, fácilmente caminable, lleve zapatos planos, todo esto está emplazado en un cerro con bastante inclinación. Sus ruinas me parecieron más atractivas que el Palacio de la Pena que pierde un poco su encanto por la grosera cantidad de turistas que lo inundan. La visita se hace tediosa porque el ritmo de los visitantes es lento y la cantidad que hay hace muy difícil ir adelantándose. Valen la pena las vistas del valle y del vecino palacio de los Moros.
Torre invertida
Aunque era imperdible, nosotros no tuvimos tiempo de ver la torre invertida que está en el Palacio de Regaleira. Una buena razón para volver a este mágico lugar inundado de olor a pasado, historia y cuentos de hadas. Bajamos al pueblo en carro moto, están por todos lados. La parte antigua es encantadora, llena de rincones y tiendas con productos básicamente turísticos. La oferta gastronómica es bastante limitada y muy sobrepasada por la marea de turistas. No espere una experiencia inolvidable en este sentido. Antes de irse puede visitar el Palacio Nacional de Sintra que está en el centro.
Castillo de los Moros
Si tiene más tiempo para dedicarle a Sintra, le recomiendo leer la fantástica guía en http://www.sintra-portugal.com/es-sintra-portugal-guia.html llena de datos prácticos para sacar el máximo provecho al tiempo.

Cuesta dejar esta zona, llena de nostalgia y de un ritmo pausado que quienes vivimos en grandes ciudades tanto valoramos. Con la ventaja de estar a pocos kilómetros de Lisboa, los pueblos costeros son una tremenda e imperdible sorpresa. Mi sensación al terminar estos días fue de total descanso y relajo.

¡Cross check y reportar!




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